Por: José Manuel Rodríguez/PostCuba
“Sabemos que esta juventud será revolucionaria, sencillamente porque creemos en la Revolución, porque tenemos fe en las ideas revolucionarias, y porque sabemos que esas ideas se ganarán el pensamiento y se ganarán el corazón de esta juventud”.
Los jóvenes cubanos, su comportamiento y compromiso con la construcción de nuestro proyecto social, son quizás los que con mayor minuciosidad son observados, evaluados y juzgados, en todo el planeta.
Parece paradójico que se les dedique tanta atención, considerando, que viven en una pequeña isla, sin grandes recursos naturales, ni armas atómicas, con una compleja situación económica, pero con estabilidad social y política, donde los índices de violencia son muy bajos, mientras se les presta menor interés a los que viven en sociedades con índices de criminalidad y marginación altos, donde la falta de oportunidades y la pobreza los empujan al delito, a los que residen en zonas de guerra y sus vidas peligran, ¿Por qué esta aparente contradicción?
La respuesta se puede buscar a través de otra interrogante: ¿qué representan los jóvenes cubanos?
La continuidad de un proyecto que simboliza una forma de organización político social y económica justa y equitativa, diferente a la del capitalismo, que ha logrado sobrevivir al acoso y la hostilidad de la potencia imperialista más grande de la historia, un ejemplo que no le conviene al gran capital.
A lo que nos hace diferentes les temen, porque esas cosas que tiene Cuba, muchos las quisieran tener, por eso nos escudriñan con el microscopio de sus medios, sus agentes y mercenarios, en busca de las manchas del sol, y cuando las encuentran hacen lo que brillantemente describió Martí, “Unos tienen ojos para los lunares, y cuando ven cosa bella, airados de que lo sea, buscan coléricos la mancha o defecto y gozan cuando la hallan –que son las almas ruines”.
Algunas cosas que tenemos y que son un lujo en el mundo de hoy, convulsionado por la violencia y dominado por mezquinos intereses mercantilistas:
- Mandar a nuestros hijos a la escuela, sin temor a que en el camino sean secuestrados o baleados en su propio centro de estudios.
- Verlos jugar en el barrio, sin miedo a que sean raptados, abusados o se vuelvan miembros de una pandilla criminal.
- Que nuestros jóvenes puedan ir a una fiesta o se sienten en el muro del malecón a pasar sus noches sin el peligro de ser muertos en un tiroteo, atracados o extorsionados por malhechores.
- No tener que salir a las calles a protestar por el cierre de una escuela o una universidad
- No tener que enfrentarse a la policía, los gases lacrimógenos y chorros de agua a presión para evitar el despido y el hambre.
- Tener una policía que no dispara sobre los ciudadanos, ni los mata cual animales. Tampoco, secuestra o tortura.
- Llegar a un hospital donde quizás falte un medicamento, pero nunca la atención por falta de dinero.
- No tener ninguna preocupación por el precio de la educación de nuestros hijos.
Son conquistas sociales y logros de la Revolución que, sustentados en valores, son hoy derechos sobre los cuales los grandes medios y los que los apoyan, tienen un vacío informativo, que cual agujero negro se traga todo lo referente a ellos sin dejarlo salir. Derechos que no existen en las sociedades que se vanaglorian de manera hipócrita de tener un “Estado de Derecho”.
Si Cuba logra llegar a tener el socialismo próspero y sostenible a que aspiramos, esto dejaría de ser una utopía, para convertirse en paradigmática realidad, sería un mentís para los que señalan al capitalismo como único sistema capaz de lograr el éxito económico, máxime si esto es alcanzado en una isla a 90 millas de EE.UU, bloqueada y hostigada. Sería un incuestionable estimulo para la lucha de los pueblos que pugnan por deshacerse del capitalismo salvaje. Capitalismo que lo único que hace es hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.
Este posible escenario es visto por los ricos de siempre, como una amenaza para sus insultantes riquezas. Temen a nuestro ejemplo más que a las armas atómicas.
Por eso sobre nuestra juventud se aplican programas subversivos dirigidos a cambiar sus valores. La guerra mediática, la fabricación de líderes “emergentes”, las torcidas interpretaciones de la historia, los llamados al desaliento, se fabrican matrices de opinión sobre la inviabilidad de nuestro proyecto social, a la vez que se siembra la incertidumbre sobre su futuro, por eso el empeño en su desideologización, y la construcción de una imagen de estampida y éxodo de su inmensa mayoría.
Entonces protejamos a nuestros valiosos constructores de futuro, significan mucho para Cuba y para la humanidad, hacia ellos miran los que sueñan con un mundo mejor, que sin dudas es posible.
No seamos paternalistas, ni sobreprotectores. No intentemos vacunarlos, contra lo que no existe vacuna, desterremos de nosotros, sus mayores, la simulación, la doble moral, el dogmatismo, el cansancio, seamos más hacedores y menos discursivos. Vamos a darle la fuerza de nuestro ejemplo personal, vamos a señalarles el camino y a acompañarlos en su andar.
“Hombres como él son capaces, con su ejemplo, de ayudar a que surjan hombres como él”. Fidel, refiriéndose al Che.
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