Después de cerrar la puerta, tras la última visita, Mariano recuesta levemente la nuca en la pared de la Moncloa hasta notar el contacto frío de su superficie y parpadea varias veces como deslumbrado. Siente la mano derecha dolorida y los labios tumefactos de tanto besar a los compañeros de partido. Y como no encuentra mejor cosa que decir repite lo mismo que lleva diciendo desde la mañana: "Aún me parece mentira, Viri, fíjate; me es imposible hacerme a la idea".
Es posible que este párrafo os suene ligeramente. Como cuando ves a un vecino de tu bloque en tus vacaciones en México y piensas: ¿éste quién es? En este caso, la cara que te suena aunque no sabes de qué es el comienzo de "Cinco horas con Mario". Pero podría ser el comienzo de la historia de la peor semana de Mariano Rajoy.
La semana empieza súper bien, con Mariano contento porque se habían aprobado los presupuestos del Estado y, además, lo mejor de todo, en unos días es la final de la Champions. Sabe que en breve sale la sentencia de un caso de corrupción, no se acuerda de cuál, porque él ya tiene una edad y a veces le dan lapsus y cualquiera lleva la lista de todos los casos de corrupción en los que está implicado el partido. Así que se va a la cama tan contento.
Al día siguiente, 24 de mayo, se conoce la sentencia de la Gürtel: Correa, 51 años; Bárcenas, 33 años; Pablo Crespo, 37 años y así todo. 25 de mayo, Pedro Sánchez anuncia que presentará una moción de censura. Unidos Podemos enseguida dice que apoyarán la moción, pero con eso no alcanza. Rajoy hace un sacrificio por España y decide cancelar su viaje a la final de la Champions. El PSOE negocia con los otros partidos que necesita para que la moción prospere. Que si los nacionalistas catalanes, que si el PNV... La prima de riesgo se dispara. En el PP dicen: ¿veis lo que pasa cuando amenazáis la estabilidad? Con lo duros de roer que han sido los del PNV, que le han sacado una cantidad loquísima de millones para darle su apoyo en los presupuestos, ahora no rechazarán esos millones por juntarse con un montón de partidos que sólo tienen en común las ganas de echarle. Así que Rajoy duerme tranquilo.
Pero el día 31 de mayo, en el debate de la moción de censura, Sánchez dice que respetará los presupuestos. La prima de riesgo, con mucho sentido del espectáculo, va y se estabiliza. Se desatan los rumores que aseguran que el PNV votará a favor de la moción de censura. El debate continúa esa tarde y Rajoy se ausenta. En el lugar donde él debería estar sentado queda un bolso, el bolso de Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Dónde está Rajoy?
Los usuarios de twitter siempre dándolo todo cuando toca.
Pues Rajoy está en un bar.
Sí, en un bar. Se atrinchera ahí un ratito. Ocho horas, en un bar-restaurante bueno, ojo, al lado de la Puerta de Alcalá. Se llama Arahy y tiene unas críticas en Trip Advisor que son canela en rama. ¿Qué hizo Mariano en esas ocho horas? Se me ocurren varias opciones.
La costumbrista. Mariano organiza movidas. Como quién se ocupará de la mudanza de la Moncloa, que se acumulan muchas cosas durante seis años y hay que decidir qué te llevas, qué tiras, qué dejas al próximo inquilino. Comunicar a los niños que se mudan, cambiar el nombre del titular de las facturas del teléfono, el gas y la electricidad. Francamente, no sé cómo le dio tiempo a organizarlo todo en solo ocho horas.
La de comedia romántica. Como un españolito cualquiera que se entera de que le despiden de un día para otro, la emoción embarga a Mariano, que se despide de sus compañeros, dedicándoles un discurso a todos y cada uno (ocho horas dan para mucho). Imagino a Mariano, que ya va por el tercer pacharán, diciéndole a Dolores de Cospedal: "Dolores, eres muy guapa y mucho guapa, no te lo había dicho hasta ahora porque trabajamos juntos y estás casada y eres más joven que yo y yo también estoy casado... pero... Dolores, que me gustas mucho". Como en "Love actually", pero en plan cañí.
La épica. Mariano, rodeado por sus secuaces, planea su venganza. El héroe, el renacido, aquel que han dado por muerto varias veces y que, sin embargo, siempre vuelve, el Jon Snow del PSOE... le ha vencido. Y ese héroe, además, está bueno. Por tanto, es el galán. Y a Mariano le queda otro papel muy jugoso: el del villano. Planea un regreso a lo grande haciendo algo desproporcionado y espectacular, de villano de película de James Bond: ¿conquistar Gibraltar al mando de la Legión?, ¿secuestrar a los cinco diputados de PNV y sustituirlos por androides? Se tiran ocho horas debatiéndolo.
La de drama intimista. Mariano tiene una bajona que ni cuando el Real Madrid pierde. No entiende qué es lo que ha podido fallar. Siempre que se ha enfrentado a problemas los ha capeado con serenidad zen, respirando hondo y no haciendo nada de nada. Y siempre le había funcionado. Hasta ahora, claro. Está en plena crisis existencial. Mariano, como Carmen Sotillos en "Cinco horas con Mario", reflexiona sobre su mandato en forma de soliloquio que a lo mejor podría haberse acortado un poco (ocho horas son muchas horas). Sus ministros van pasando por el restaurante o llaman a Mariano, quizá para consolarle, quizá para parar ese soliloquio eterno. Le dicen lo típico: todo esto también pasará, mira el lado bueno, ahora tendrás más tiempo para ver el fútbol o para andar fuertecito...
La realista. Entre whisky y whisky, Mariano manda destruir documentación que podría implicarle en aún más casos de corrupción. En el Carrefour venden unos paquetes de cuarenta bolsas de basura, con capacidad para 30 litros cada una, ideales. Comprad todos los paquetes que podáis. Y pagad al contado, luego lleváis el recibo al tesorero. Ay, calla, que al tesorero lo tenemos en la cárcel...
Pobre Mariano. Menuda semana. El resto ya lo sabéis: se produjo la votación, los números bastaron y Mariano Rajoy ya no es presidente. Solo una persona ha tenido una semana peor que Mariano Rajoy: Vicente.
Para los que no hayáis seguido ni Operación Triunfo, ni las redes sociales, ni estéis rodeados por fans de OT, os cuento: Vicente, era novio de Aitana (una de las favoritas de OT) y ha visto cómo su novia le ha
dejado por otro chico del concurso (un tal Cepeda que aspira a
ser el nuevo Antonio Orozco), Vicente se ha presentado al casting de la
próxima edición de OT y no lo ha pasado. Pobre Vicente. Es un crío, su
novia le deja por un aspirante a flamenquito coñazo, ella no para de
triunfar y acaparar portadas, así que se encuentra con la cara de la
moza everywhere y cuando quiere "perseguir su sueño" (que es lo que hacen
todos los que se presentan a programas de talentos "perseguir su sueño"
porque "la música es su vida") resulta que no le seleccionan. Estoy
contigo, Vicente. Todos somos Vicente.
Y vosotros, ¿habéis estado alguna vez en el Arahy?, ¿qué creéis que hizo Mariano en esas ocho horas?, ¿quién tuvo peor semana: Vicente o Mariano?