No hay quien, habiendo estado en África un tiempo más o menos largo, no haya vuelto alabando la fortaleza, el coraje y las ganas de superación de las mujeres africanas. Ya se trate de turistas, cooperantes o reporteros, todos han visto cómo son las mujeres la espina dorsal de las familias y, por extensión, de sus países y de todo el continente.
Cómo son capaces de cuidar a una extensa prole a la vez que venden sus productos en los mercados, labran la tierra o se dedican a las más variadas labores. Quizás por eso hasta existe una plataforma que aboga porque el próximo Premio Nobel de la Paz sea para ellas, para las mujeres africanas sin distinción bajo el lema “Walking Africa deserves a Nobel”.
También por eso mismo, y coincidiendo con que esta semana celebramos el Día de la Mujer, quiero inaugurar este blog en GuinGuinBali con un recuerdo a algunas mujeres que, de una u otra manera, han hecho o están haciendo historia en África.
Comenzaremos por la política por ser lo que más visibilidad da. En este campo, es obligado resaltar a Ellen Johnson Sirleaf, primera presidenta de un país africano. En 2006 juraba su cargo al frente del Gobierno de Liberia y ya lleva 5 años al mando. Puede no parecer mucho, pero sin duda es una eternidad para un país inestable, como es el suyo, recién salido de una brutal Guerra Civil que se prolongó 14 años y dejó el país destrozado. Durante su mandato ha tenido, claro, éxitos y errores pero ha trabajado en pos del desarrollo de su país, imponiendo como prioridades la educación y la sanidad infantil, sin olvidarse nunca de la igualdad de género.
Siguiendo en la primera línea política, pero justo desde el otro lado de la barrera, en el de la oposición, en Ruanda, está Victoire Ingabire. Y cuando decimos oposición queremos decir en el de los que son encarcelados, acusados de negacionistas, golpeados y hasta expulsados de su país por oponerse a Paul Kagame. Ingabire podía haberse quedado tranquilamente viviendo en Holanda, donde vivió durante 16 años de exilio, pero ha decidido volver a su país para luchar por una sociedad más democrática, en la que, por ejemplo, igual que se recuerda y conmemora el genocidio cometido por los hutus, se hable también abiertamente de las matanzas perpetradas por los tutsis. De momento, no la han dejado, pero seguro que seguirá dando guerra.
Fuera de la política, el campo en el que sin duda más han destacado las mujeres es en el de la lucha social. Mamphela Ramphele, por ejemplo, -que aunque es más conocida por haber sido en su día la compañera de Steve Biko, uno de los mártires del Apartheid sudafricano- es una doctora, activista, antropóloga, directiva universitaria y ejecutiva que todavía sigue luchando por un futuro mejor para su país. Como mujer negra, estudió Medicina en la Sudáfrica del Apartheid –en una de las pocas universidades que lo permitían-, fue presidenta de la Organización de Estudiantes Sudafricanos, creó clínicas para negros en las zonas más remotas de su inmenso país, y hoy en día dirige el Proyecto Danokeng Scenarios, iniciativa que agrupa a un equipo multidisciplinar de expertos y cuya finalidad es soluciones a los problemas de la nueva Sudáfrica.
Mucho más al norte nos encontramos con Kasha Nabagasera, una de las cabezas visibles del movimiento de Gays y Lesbians de Uganda y una de las poquísimas mujeres que habla abiertamente de su sexualidad en el país. Hace unos meses tuvo que ver cómo su imagen, su dirección y su número de teléfono aparecía en una revista bajo el titular ‘Colguémoslos”, junto a los datos de otros cien homosexuales y semanas después conoció el asesinato de su amigo y compañero David Kato, con quien trabajaba en la asociación Sexual Minorities Uganda. A pesar de ello, quizás incluso con más fuerza si cabe, sigue luchando por sus derechos desde uno de los lugares más inhóspitos del mundo para los homosexuales.
También en la lucha, aunque en este caso medioambiental, aparece la premio Nóbel de la Paz Wangari Maathai: Nacida en 1940 en una zona rural de Kenya, fue la primera mujer de este país en conseguir un doctorado y fue una de las primeras profesoras de Universidad. Durante los años de gobierno de Daniel Arap Moi estuvo encarcelada en dos ocasiones, siempre por defender los derechos de las zonas naturales kenyatas en contra de las Inversions millonarias que el turismo quería llevar a la zona. Sus reivindicaciones comenzaron a dar sus frutos y su iniciativa, el Movimiento Cinturón Verde, comenzó a recabar apoyos hasta hacerse mundialmente conocida. El colofón a su carrera vino con el Premio Nóbel de la Paz, que obtuvo en 2004, por sus “contribuciones al desarrollo sostenible, a la democracia y a la paz". Dese dos años antes era ya parlamentaria en su país y en 2003 fundó su propio partido ecologista.
En el mundo de la Literatura, nos encontramos con otra laureada por la Academia de Oslo. Es nada más y nada menos que Nadime Gordimer, nacida en Sudáfrica aunque de padres lituanos. En sus libros comenzó a hablar desde muy pronto de la realidad sudafricana y del desgarro que suponía el Apartheid, aunque siempre sin una pizca de dramatismo, partiendo de textos muy sobrios; tanto que a veces dan verdaderos escalofríos. Su último libro se llama “Beethoven era un 16 por ciento negro” y en él desgrana con sorna el hecho de que ahora, en la nueva Sudáfrica, todos sacan a relucir una supuesta sangre negra entre sus antepasados y, por supuesto, un brillante curriculum anti apartheid.
En el Arte podemos destacar sin duda a la gran Miriam Makeba, fallecida en 2008 en Italia, donde se encontraba para ofrecer un concierto contra el racismo. Fue una luchadora que, tras unos duros años cantando en su Sudáfrica natal decidió salir del país para poder llevar a cabo su carrera musical. Pero no por ello dejó de lado a su pueblo y siempre fue el azote contra el Apartheid en el exterior. De hecho, no volvió a pisar Sudáfrica hasta 1990, una vez Mandela había sido ya liberado. En sus conciertos siempre hacía alusiones a la dictadura sudafricana y su fama hizo mucho daño a la imagen del gobierno blanco.
Y para terminar, aunque reitero que en esta serie podría haber muchas más, me gustaría citar a Ory Okolloh, también activista, pero con una singularidad: ha creado un proyecto que ha permitido a miles de personas anónimas participar de forma activa en política y crecer como ciudadanos. Primero fue Ushahidi, la web creada tras la violencia electoral de 2007 en Kenya, a través de la cual cualquiera podía señalar dónde se estaban produciendo actos de violencia a través de un simple mensaje de móvil. En aquellas tensas semanas, la web se convirtió en uno de las páginas más visitadas, por ofrecer al ciduadano información de primera mano. Ahora, quizás influida por su formación como abogada, ha apadrinado Mzalendo, “Un ojo en el parlamento de Kenya”, un proyecto que pretende que la ciudadanía pueda ejercer algo más de control sobre los que son, en teoría, sus representantes. Además, trabaja para muchos organismos internacionales, siglas y siglas que probablemente son las que le dan de comer, y desde su blog sigue contando sus experiencias y desafíos.