Revista Educación

Octava derrota

Por Esther
Octava derrota   Ya suman ocho. Las derrotas me pesan como plomo, son lágrimas en mi diario de adolescente. No existo para ti, no hay miradas de complicidad ni palabras o gestos que me animen a hablar contigo. Es mi remolino el que me condena a repetir las mismas curvas y a creer en mis posibilidades. Los golpes me aturden, las caídas se acumulan en el alma y me hacen sentir la frustración en su estado máximo. Hay otros peces en el mar, pero es mi obsesión de vivir a contracorriente la que me conduce a ti. No tienes novia, quizás tengas tus historias y tus comeduras de cabeza, como yo. Tu aire de chico malo me seduce y me quita el habla. Te contaría que soy una chica normal, con sus manías y sus defectos pero también con sus virtudes y muchos sueños por cumplir. Te diría también que me tiene loca tu mirada azul, tu voz, esa sonrisa encantadora y segura de sí misma. Pero sumo y sigo porque aún no me has hecho ni una pizca de caso. Y mañana en el instituto masticaré la novena. Otra derrota más para la colección, hasta que me mires o hasta que la corriente me trague mar adentro.

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