Todos los que han vivido los 101 kms de Ronda dicen que Ronda tiene algo especial, algo que se te mete muy adentro y que ya no puedes olvidar.Este año conseguí terminar Ronda en mi segundo intento. El año anterior abandoné en el cuartel por falta de confianza en mi misma y lloré ríos de lágrimas.Nunca olvidaré el momento de la edición del 2014 en que iba a salir del cuartel y ví a una chica que me miraba fijamente. Me preguntó si yo era Estrella y se me presentó como la hermana de Pascual, cuñada de Azucena. Con ese pedigrí enderecé mis orejas y le presté toda mi atención. Me dijo que se había quedado sola, que sus compañeras habían abandonado y que le daba miedo seguir sola de noche. No me lo pensé un momento. Miré a mis compañeros, mi maestro Rafa Iza, y mi hermano pequeño, el susmurai niñoManu, y nos la llevamos con nosotros. Con Julia compartí los últimos kilómetros. Los más duros, los de la noche, los del cansancio. Con ella llegué a Montejaque para comprobar que Paco Muñoz estaba listo de papeles (aunque luego resurgió de sus cenizas cual ave fénix) y formamos un batallón de personas dispuestas a afrontar el tramo final de la Madre de Todas las Batallas.Con Julia subimos una cuesta del cachondeo (de Los Molinos para hablar con propiedad) que le costó lágrimas porque ya iba que no podía. Le dábamos el agua que nos quedaba para ayudarle a terminar.Con Julia hice mis primeros 101 kilómetros.
Quién me iba a mí a decir que iba a coincidir con ella en la Cueva del Gato y que iba a tener un papel protagonista en la consecución de mi objetivo. Llegué a Ronda el viernes, pasé por Benaoján para recoger mi dorsal y me quité de en medio, porque como me quedase mucho me liaba entre el personal de A toda pastilla y los del Anyera Ceuta, que luego se juntaron y eso es una mezcla explosiva que a mí me iba a dejar lista de papeles, jejejejeje.A la mañana siguiente, madrugón estupendo y a disfrutar de la amanecida en Benaoján.
Mención especial tengo que hacer a los de A toda pastilla: qué cracks!!! Un placer veros de nuevo. Un placer hacerme fotos con vosotros. Un placer reirme con vuestras ocurrencias. Un placer recibir los ánimos del comandante y de la capitana. Y siempre será un placer compartir con vosotros pruebas porque tenéis un espíritu que espero nunca perdáis.
Gracias comandante. Gracias capitana. Gracias a toda la tropa a la que sigo virtualmente. No cambiéis nunca.