Revista Sociedad

Octubre, qué bonito eres (con el armario a cuestas todo el año)

Por Lor Martín

Recupero uno de los primeros post que escribí (ni siquiera para este blog!) para conmemorar la “crisis generalizada de vestuario” (palabras textuales de Carmen) que sufrimos tod@s en este fantástico mes que me vio nacer.

Ahí lo dejo.

*     *     *

A grandes rasgos, todos sabemos más o menos cuando son los cambios de estación (me refiero a las del año, no a las del metro, que eso ya es otro tema), y sin embargo, muchos se empeñan en vivir ajenos a los cambios de temperatura y regirse únicamente por los giros de la moda.

Es muy común encontrarnos con personas que se aferran a su ropa preferida, sea del tiempo que sea.

Jóvenes que pasean sus brazos y piernas desnudos a apenas 12ºC y que caminan seguros de su temperatura corporal mientras la muchedumbre que les rodea se apresura en subirse la bufanda hasta las pestañas inferiores (hay gente que arriesga subiéndola hasta las superiores, pero puede ser la diferencia entre morir atropellado o no).

Por otro lado, nos encontramos gente que se apresura en sacar la ropa de invierno, las chaquetas de punto, los pañuelos gorditos… Es por ello que podemos ver sin excesiva dificultad la colección otoño-invierno de botas peluditas a mediados de agosto. Queda como más chic: mientras algunas chicas enseñan la manicura francesa en las diminutas uñas de los pies, otras la esconden bajo calcetines y botas hasta la rodilla (aunque ahora que lo pienso puede ser la solución para aquellos días en que no nos da tiempo a depilarnos! Lo tendré que meditar.)

También sucede con la ropa de verano. Es frecuente ver pasar a gente que a mediados de abril (aguas mil) luce orgulloso camisetas de tirantes y sandalias fresquitas (todos sabemos que si llueve, aún más fresquitas, todo ventajas)

En definitiva, personas que se resisten a dejar pasar los modelitos de verano – invierno y que aprovechan hasta el último día (algunos incluso más allá) de esa ropa que tanto les gusta y les favorece, aún a riesgo de sufrir resfriados incómodos o lipotimias innecesarias. Porque la moda nos impone unas reglas, y nosotros nos las pasamos por el forro (¡de la chaqueta!)

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