Revista Coaching

¿Ocupada? Cómo decidir qué hacer o no en tu negocio (o profesión)

Por Coach De La Profesional @scientistcoach

 

Este post se lo dedico a Laura Ribas porque fue inspirado en la conversación que tuvimos el otro día : )
¿Ocupada? Cómo decidir qué hacer o no en tu negocio (o profesión)
>> Escucha el podcast aquí –> ¿Ocupada? Cómo decidir qué hacer o no en tu negocio (o profesión)

 

Seguro que tienes temporadas en las que estás tan ocupada que casi no puedes ni respirar. Te pasas el día haciendo mil cosas diferentes, ocupándote de distintos temas y, sin embargo, a veces cuando acaba el día o la semana te das cuenta de que tampoco has hecho nada de otro mundo, que no has sido muy productiva que digamos y te desesperas pensando que si ahora estás así como estarías si tuvieras más clientes o más compromisos. O la segunda alternativa, que sí que estás muy ocupada y no te da tiempo ni a aburrirte pero que, en realidad, no es el tipo de vida que quieres. ¿Te suena?

 

Esto nos ha pasado a todas, a algunas de vez en cuando  y a otras casi siempre. La cuestión es que estar muy ocupada no siempre es sinónimo de ser eficiente y acabar cosas o de tener resultados. Ni de tener la carrera o negocio que de verdad quieres. Lo que es verdaderamente importante no es si estás muy ocupada o no, sino:

 

  1.  ¿En qué estás ocupada?
  2.  ¿De verdad quieres estar tan ocupada?

 

1. Parece que nos educan con la idea de que hay que estar siempre ocupada porque si no eres una vaga.

 

Decir que estás ocupadísima suena y queda muy bien, pero a lo mejor hay alguien que hace lo mismo que tu con mejores resultados y en menos tiempo y la gente piensa que no trabaja o que cómo puede ganarse la vida (no hace falta recordar la típica costumbre española de quedarse hasta que se va el jefe aunque no tengas nada que hacer y de criticar a los que se van pronto aunque hayan hecho mil veces más que tu).

 

Estar ocupada no es sinónimo de hacer un buen trabajo ni de tener buenos resultados (pincha aquí para tuitear esta frase) y, de hecho, en muchas ocasiones es una forma más de autosabotaje. Por ejemplo, cuando no quieres pensar o hacer alguna cosa. Una muy buena forma de evitar hacer algo es justificarte diciéndote que tienes mucho trabajo y que ya lo harás más adelante. ¿Por qué? Por miedo a algo. Lo vas posponiendo indefinidamente y en vez de coger el toro por los cuernos y ponerte a ello, o descartarlo sin más, te excusas diciendo que tienes mucho trabajo. Aquí es donde la pregunta en qué estás ocupada tiene su relevancia. ¿De verdad estás haciendo lo mejor que podrías hacer? Mejor párate a pensar qué quieres conseguir y qué necesitas hacer para lograrlo, en lugar de trabajar y trabajar sin analizar resultados. Lo que importa no son las horas que trabajas sino los resultados que obtienes de ese trabajo.

 

2. Esto lo he repetido muchas veces pero merece la pena tenerlo presente: que puedas hacer algo no significa que tengas que hacerlo.

 

Y aquí es donde entra la conversación que tuvimos Laura y yo y en la que coincidimos, como autónomas dueñas de un negocio que va bien, en que hay muchas cosas que puedes hacer, cosas que funcionan y que te pueden generar más clientes y más ingresos, la cuestión es si tu quieres hacerlas. Así a priori casi todo el mundo diría ¡hombre claro, quien no quiere más clientes y más ingresos! Pues depende… Si tener mas clientes supone tener menos tiempo libre, tener que viajar mas a dar charlas o pasarme mucho tiempo fuera dando cursos y talleres, ahora mismo no quiero.

 

E igual ocurre en tu carrera profesional. Cuando empecé mi formación científica tenía clarísimo que quería llegar a lo más alto (soy una achiever, como dice Laura), pero cuando me di cuenta de que tendría que estar en el laboratorio muchas, pero muchas horas y fines de semana (después de una temporada teniendo que ir a medianoche a acabar experimentos), decidí que prefería algo más normalito y poder tener vida más allá del laboratorio. Y ahora con mi negocio me pasa lo mismo. Una vez llegas a un punto donde te ganas la vida en lugar de seguir el “camino” que se supone que tienes que seguir, párate a pensar si de verdad quieres hacerlo, si encaja con el estilo de vida que quieres y si realmente necesitas tanto dinero, clientes o sacrificio como crees…

 

Yo siempre he dicho que la principal razón razón de arriesgarme a establecerme por mi cuenta fue el estilo de vida que me permitía, poder ir a desayunar con alguna amiga, ir a buscar a mi hijo al cole y asistir a sus actividades, cogerme vacaciones cuando quiera y hacer lo que yo quiera con mi negocio. Eso significa rechazar oportunidades que me podrían generar más ingresos, o trabajar con menos clientes para tener más tiempo libre. Pero es lo que yo quiero y no significa que me vaya a quedar de brazos cruzados, yo siempre estoy haciendo cosas y formándome, porque necesito también ver que evoluciono y voy cumpliendo objetivos, simplemente selecciono muy bien qué hago y qué no hago.

 

Lo importante es que tu tengas claro qué te motiva a ti: logros, dinero, tiempo libre… Cualquier opción es válida pero hasta que no seas consciente de lo que de verdad quieres no podrás hacer avances para conseguirlo.  Así que cuéntame, ¿tu qué es lo que de verdad quieres? Cuéntamelo en los comentarios.

 

Te dejo con la historia del banquero y el pescador, perfecta para este artículo:

 

Un experto banquero estaba en el muelle de un pequeño pueblo caribeño cuando llegó un pescador en su bote.

Dentro del bote había atunes amarillos bastante grandes y el banquero elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó:

- ¿Cuánto tiempo ha tardado en pescarlos?

– Muy poco. – respondió el pescador.

- Entonces, ¿por qué no se quedó más tiempo pescando? Podría haber pescado más – preguntó el banquero.

- Sí, seguramente, pero esto es suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de mi familia – dijo el pescador.

- Pero entonces, ¿qué hace el resto del tiempo?

- Después de pescar, descanso un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi esposa y, por las noches, me reúno con los amigos para pasar un buen rato conversando. Llevo una vida tranquila y despreocupada, dijo el pescador.

- Soy un experto en negocios y podría ayudarte a desarrollar el tuyo. Tendrías que dedicarle más tiempo a la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande. Así podrías pescar mucho más que ahora, aumentar tus ganancias y comprar varios botes, hasta podrías tener tu propia flota de botes pesqueros. Después, en lugar de venderle el pescado a un intermediario, lo podrías hacer directamente a un procesador, y hasta abrir tu propia procesadora. Y cuando eso ocurra tendrías que dejar este pueblo e irte a la capital, donde manejarías tu empresa en expansión.

- ¿Pero, cuánto tiempo tardaría en conseguir todo eso? – preguntó el pescador.

- Entre diez y quince años – dijo el banquero.

- ¿Y luego qué?

- Luego viene lo mejor, podrías anunciar una oferta inicial de acciones y vender las acciones de tu empresa al público. ¡Te harías millonario!

- ¿Y después qué? – le preguntó sonriendo al banquero.

- Después te podrías retirar. Te vas a un pueblecito de la costa, descansas, duermes hasta tarde, pescas un poco, juegas con tus hijos, duermes la siesta con tu esposa y te juntas con tus amigos y familiares a pasarlo bien.

- ¿Acaso no es eso lo que ya tengo?


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