Revista Educación

Oda al ‘tapergüer’

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Hago un inciso en la serie siempremediera para detenerme en esas pequeñas cosas cotidianas a las que no damos importancia. Hace algunos días una amiga lanzaba una plegaria en su perfil de Facebook. Decía así: “Querido virus de la gripe: la próxima vez que vengas, al menos trae un taper”. Pobre, pensé, no hay nada más jodido que estar mala y no tener en casita una sopita, un pollito compuesto, unas lentejitas, una ropita vieja…tupperware-880x660

Entonces me di cuenta de que nuestra vida sería mucho peor sin esos ‘tapergüer’ de los papis, los suegros o cualquier buen alma conocida que te los quiera ofrecer. Esas albóndigas que te salvan la vida un jueves, por ejemplo, reventada de no dormir a causa de dos mocosas que prefieren llorar de madrugada que durante todo el día en casa de los abuelos; ese bacalao con cebollita y papas panaderas que te resuelven la comida de un lunes; esa cremita de calabaza con la que te vas a gusto a la cama.

Yo sobrevivo ahora gracias a los ‘táper’, en realidad lo vengo haciendo hace mucho tiempo, desde que no paso de lo urgente, como decía un buen amigo, o desde que “no me da la vida” que también decía una conocida. Gracias a los ‘táper’ almuerzo hoy de lunes a jueves y evito darle a un disco duro bastante tocado como el mío para pensar en qué comer al día siguiente, un disco duro al que le cuesta hilar a veces frases sencillas del tipo ‘mi mamá me mima’, con lo que no puedo pedirle que decida y ejecute la elaboración de mi almuerzo del día siguiente.

Por eso creo que los ‘táper’ están poco valorados, que se merecen un reconocimiento público mayor del que le damos. No hablo de esos ‘táper’ de bonitos colores y formas de una marca de calidad que todos conocemos. No, hablo del ‘táper’ con contenido, con alma que alimenta…

Oh, ‘tapergüer’, gracias por hacer tanto bien.


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