Revista Comunicación
¿Por qué vemos películas de terror? Porque no hay nada más divertido que un buen susto. Lamentablemente, en España, el aficionado al cine de miedo tiene pocas oportunidades de experimentar su género favorito como debe ser, en una sala en la que la oscuridad permite la atmósfera y la concentración adecuadas; y en la que la presencia de otros espectadores contagia y multiplica la tensión, los sobresaltos y los gritos tras cada susto. Y de sustos va bien servida la eficaz Oddity, escrita y dirigida por el irlandés Damian McCarthy, que de forma inteligente va acumulando motivos del cine de terror en una historia que se desarrolla de forma enigmática: una casa aislada en la naturaleza -¡Sin cobertura!-; un hospital psiquiátrico; un extraño que llama a la puerta; una médium ciega (Carolyn Bracken) que guarda una colección de objetos malditos; y un extraño maniquí de madera, de rostro aterrador, una suerte de golem de origen desconocido. McCarthy se sirve juguetonamente de estos elementos para engancharnos con una serie de set pieces cuyo único objetivo es generar inquietud y, claro, pegarnos un buen susto. La película transita por subgéneros como el de las casas encantadas, el home invasion, el slasher y el terror psicológico casi sin que nos demos cuenta y manteniéndonos siempre intrigados. El diseño de producción es estupendo: la casa, entre la modernidad y la decadencia, es un escenario perfecto para el terror; el extraño muñeco de madera, con su boca muy abierta, produce una inquietud innegable; y la tienda de objetos antiguos de la médium es tan macabra como preciosa. Cada escena de la película está diseñada para el sobresalto, pero, al mismo tiempo, es la pieza de un puzle más o menos complicado que se va ordenando hasta revelar sus enigmas. Que Oddity haya recibido el premio del Público en la Semana de Cine de Terror de San Sebastián certifica la voluntad de McCarthy de hacer un 'tren de la bruja' que es pura diversión, lo que no impide una puesta en escena elegante y una estética oscura y clásica. Con referentes argumentales tan nobles como El golem (1920) y El gabinete del doctor Caligari (1920) del llamado cine expresionista alemán, Oddity es una experiencia en cines más que apetecible. Y no cuesta demasiado pensar que este puede ser el inicio de una saga de casos investigados por esa médium ciega coleccionista de objetos malditos.