Hace mucho tiempo, cuando pensábamos que saldríamos de rositas de todo esto del bicho decíamos que seguramente saldríamos distintos de todo esto y no nos equivocábamos. No somos los mismos ni nada que se le parezca, en parte porque igual las autoridades sanitarias se centraron mucho en la salud física de las persona sin llegar a pensar que la salud mental también importa y mucho. Puede que el ambiente tenso que estemos viendo ahora sea, en parte, por culpa de la mezcla de eso y el “sembradero del odio” en que se ha transformado nuestro día a día. Empiezan a salir las peores actitudes de debajo de las más pestilentes de las tapas de las alcantarillas de nuestra sociedad y ya estamos viendo los resultados.
Andamos todos raros, tensos y cabizbajos. A pesar de ser verano la tensión no afloja. Cada vez vemos la necesidad de alguien que nos ayude a ver el mundo mejor – o que nos escuche por lo menos – y en el Ministerio de Sanidad siguen sin enterarse. Continúan sin ver que las depresiones, las neuras y las enfermedades mentales van creciendo entre los que no somos ricos pero nos sentimos abandonados y vacíos. Un sentimiento peligroso porque ya se sabe aquello de la “Ley del espacio vacío” que dice que “todo espacio vacío tiende a llenarse con algo” y ese algo está resultando ser el odio y la tensión que destilan algunos medios y ciertos atriles.
La mala leche y la crispación parece que se hayan adueñado de todo lo que nos rodea. Pero nada es fortuito, algunos quieren que lo sintamos así, iracundos no razonamos. Empezamos en las Redes Sociales llenitas hasta la bandera de trolls y haters implacables, ahora el “lado bestia de la fuerza” ya ha pasado a la vida real. Odiamos por encima de nuestras posibilidades, odiamos muchísimo más de lo que podemos controlar. Cada vez gritamos más en el coche, la barbarie inunda los informativos, el ambiente zafio e irrespetuoso campa por todas partes y ciertos programas de la tele los tertulianos de guión metidos a políticos sabelotodo se encargan de que no pensemos claramente y creamos que todo esto es medianamente normal.
Esto tiene sus consecuencias y por desgracia ya llegamos tarde para evitarlas, veremos como podemos revertir el daño. Pero ya es tarde para Samuel y tantos otros y otras a los que les hemos fallado estrepitosamente como sociedad porque hemos plantado árboles para no ver el bosque o porque una justicia infame busca formalismos legales para intentar disimular que los animales que mataron a Samuel lo hicieron por puro odio homofóbico, a pesar que era maricón lo que le llamaban mientras lo apaleaban, no gritaban otra cosa no tenían otro motivo. MARICON le gritaban con el cerebro reseco, atrofiado de tanta mugre, no lo olvidemos.
Tenemos un problema grave, esto no funciona. En pleno S XXI te pueden señalar por publicar opiniones que no gusten a los violentos, asesinar por tu tendencia sexual, puedes morir a manos de señoros salvajes por ser mujer o puedes perecer intentando no morir de hambre.
¿Nos daremos cuenta de que esto no va de derechas o izquierdas sino de poner fin al dolor, al sufrimiento y a tantas vidas rotas?¿Dejarán nuestros políticos de vivir calculadora en mano a la hora de dar un NO rotundo a la violencia y a los que la utilizan en beneficio propio? En Europa ya han empezado a dar la espalda a personajes como Orbán al que no quieren ver por las instituciones. Aquí en cambio el PP sigue en un extraño idilio con VOX al que cada vez se le parece más a base de blanquearles las fechorías, no vaya a ser que les quiten alguna alcaldía. ¿Despertaremos alguna vez de esta pesadilla?