Cuando comencé la búsqueda del embarazo, pasé una semana infernal intentando decidirme por un ginecólogo que respetase el parto. Ese era un tema que me preocupaba bastante cuando todo empezó. Evidentemente, jamás me planteé tener un problema de infertilidad. En ese caso, las cosas hubieran sido muy diferentes.
Llevo mucho tiempo rumiando esta entrada, y necesito sacarlo ya. He pasado una semana muy difícil, y ya sabéis que cuando uno se hunde, saca a flote más mierda aún si cabe. Y fue entonces cuando volvió a mi cabeza, mi antigua ginecóloga.
Y es que… la odio. Lo siento, es así.
En tres ocasiones, durante un año, estuvo viendo mi maldito quiste. Y siempre me hacía creer que ovulaba doble, hasta que caí en la cuenta de que siempre tenía el mismo aspecto y medía lo mismo.
Viendo los resultados de mis análisis hormonales, aún tenía el valor de decirme que “tenía un mal ciclo”, cuando nada más verlos la ginecóloga de la clínica de infertilidad, tuvo un diagnóstico que darme.
A pesar de todo, no quiso hacerme ni una histerosalpingografía, y pasamos directamente al Omifín, con todos sus efectos secundarios horribles. En las ecografías de control, volvía a confundir mi dichoso quiste con un folículo bonito, y siempre le tenía que recordar, que no, que eso era un quiste.
Después del primer ciclo negativo de Omifín, comprobó que mis folículos antrales y mi FSH en conjunto, algo querían decir. No obstante, su intención era hacer 2 ciclos más de Omifín, y después, ya nos plantearíamos hacer más pruebas.
Y fue cuando dije basta. Basta de matar moscas a cañonazos. Me sentía estafada. Estaba perdiendo el tiempo y la cordura.
Le exigí que me prescribiera la antimulleriana y gracias a eso, mi mutua me derivó a infertilidad. El resto de la historia, ya la conocéis.
Nunca jamás he vuelto a verla, y cuando pienso en ella, me pongo de mala leche. ¿Por qué no salió de ella decirme que me buscase un ginecólogo más experto en el tema?
Entiendo que haya médicos más especializados que otros en la materia, pero su deber era ofrecerme la mejor opción, y no experimentar conmigo. Quitarle importancia a los resultados de unos análisis hizo que perdiera el tiempo y gracias a ella, jamás volveré a fiarme de un médico.
¿Os acordáis de mi amiga, la que está embarazada? Si por su antigua ginecóloga hubiese sido, le hubiese extirpado una trompa de Falopio. No recuerdo cual era el problema pero, cuando fue a pedir una segunda opinión a otro ginecólogo, después de una histeroscopia, le dijo que ahí no había nada, y no había motivo alguno para hacer eso. ¿Os imagináis que llega a confiar en ella?
¡Es aterrador!
¿Qué opináis? ¿No os resulta vital emplear el tiempo que sea necesario en encontrar un buen profesional y, en caso de necesitarlo, pedir una segunda opinión?