Pues eso. Que odio ir de compras desde siempre. Para mi no hay nada peor que pasarme una tarde de tienda en tienda, mirando perchas y perchas de ropa donde nunca veo nada, entrando de probador en probador para al final acabar cabreada porque nunca encuentro lo que busco.
Así que eso de que a todas la mujeres nos encanta ir de compras es mentira. Una leyenda urbana. Yo cuando voy es porque no me queda más remedio y lo voy posponiendo, y posponiendo hasta que un día me tengo que armar de valor y decir: "de hoy no pasa, que sino voy a tener que salir en pijama a la calle". Eso sí, mi marido encantado, las pocas veces que le digo que tengo que ir a comprarme ropa no le importa acompañarme porque sabe que no voy a pasarme horas y horas mirando ropa, de tienda en tienda, indecisa por comprarme esto o lo otro. Simplemente lo primero que me pruebo y me gusta como me queda me lo llevo y no busco más.
Ahora es una de esas veces que no me queda más remedio que salir de compras. Se acercan las dos bodas que estoy invitada y todavía no tengo que ponerme y a este paso me veo yendo en vaqueros. Así que voy a coger al toro por los cuernos y esta tarde que tengo el apoyo logístico de mi madre para que me eche una mano con el niño vamos a salir para ver si veo algo. Casi os aseguro que la semana que viene me toca repetir experiencia.