Revista Educación

Odio los cumpleaños de niños

Por Siempreenmedio @Siempreblog
No se confundan, me encanta que los niños cumplan años, por ahí no van los tiros, aunque, reconozco que, a veces, siento lo poco de Herodes que puede haber en mí.Lo que no soporto son las fiestas que se organizan en torno a estas onomásticas. No aguanto tener a un montón de niños gritando a mi alrededor y mucho menos a sus padres vociferando sus nombres: “Menganito deja eso”, “Fulanito baja de ahí”, “Siglanito lo vas a romper…”, “¿Quién quiere tarta?…Es algo que me supera, no lo puedo evitar. Lo peor es que parece que es un mal tan extendido que ni la crisis lo ha podido paliar. La moda ahora es que todo el mundo invite a todo el mundo, da igual si los niños son amigos o no. En mi vida imaginé a Fernandito, aquel niño que no paraba de tirarme de las trenzas, en MI fiesta de cumpleaños. ¡Jamás!Sí, como todos van a todas, hay padres que en octubre empiezan a acudir a cumpleaños y no paran hasta junio. Fin de semana tras fin de semana, como locos buscando un regalo adecuado y llevando al niño/a a no sé qué parque infantil o a no sé cuál urbanización. “Es importante que los niños socialicen”, argumentan.Se acabaron aquellos cumpleaños de queso amarillo con guinda, medias lunas de jamón y queso y Coca-cola de 2 litros a los que sólo venían tus amiguitos más cercanos.Ahora viene toda la clase, familia y amigos… de forma que el homenajeado se encuentra con más de 30 paquetes que abre uno detrás de otro sin mirar lo que hay dentro y, por supuesto, sin ni siquiera saber quién lo eligió para él. Conozco padres que después de la locura del momento, los guardan y los van sacando poco a poco a lo largo del año. Otros (créame, se ha dado el caso) los vuelven a empaquetar y lo regalan en el siguiente cumpleaños. Si hay suerte y logras seguir la cadena, puede ser que regrese a su comprador original y ¡vuelta a empezar!

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