La operación Galgo ha puesto de manifiesto que el dopaje no sólo existe en el ciclismo español, también el atletismo se ha visto salpicado. Aunque había habido voces --sobre todo fuera de España, en Francia concretamente--, que acusaban a nuestros atletas de doparse, todos aquí le habían echado la culpa a la envidia que nos tienen los gabachos, que se veían superados, en las carreras de medio fondo, fondo y marcha, desde hace mucho tiempo, por los atletas españoles.
Dos casos importantes habían ya manchado el atletismo español, el corredor de fondo Alberto García, y el marchador Paquillo Fernández. El caso de este último se descubrió hace un año y confirmó que existía una red que facilitaba drogas a atletas en la zona del Mediterráneo y en Granada.
Ahora ha saltado la noticia. Una red en la que estaba implicada, además del ínclito médico Eufemiano Fuentes –famoso por incentivar el dopaje entre ciclistas—, la atleta española más importante de todos los tiempos: Marta Domínguez.
Parece que las pruebas que se han encontrado en casa de Marta, según la guardia civil, son concluyentes. Esperemos a ver que dictamina la justicia,
Pero hoy quiero hablar sobre el Presidente de la Federación de Atletismo, José María Odriozola. Y es que este señor que lleva dirigiendo esta federación desde hace 21 años y vive como un rajá a costa del atletismo, cuando los periodistas le preguntaron si iba a dimitir, ha contestado con un descaro increíble que no, que el ha sido una víctima.
Es tremendo como un tipo que dirige una federación que se ha visto manchada por el dopaje, reconozca que no sabía nada, cuando una de las imputadas es Marta Domínguez que, además de famosa atleta, es vicepresidenta de la federación, o sea su colaboradora más inmediata.
Este tipo es de los que se suelen colgar medallas, de los que siempre hablan de medallas, de triunfos como si fuera él el que los consigue, pero también de los que esconden la cabeza cuando algo va mal.
Odriozola, por una cuestión ética, debería dimitir como máximo responsable del atletismo español, de cuya crisis tiene responsabilidad, aunque sea por omisión. No nos puede venir con que no sabía nada. Pues, señor mío, por eso, por ser incapaz de enterarse de lo que hace su más cercana colaboradora y sus amigos del alma, como el entrenador Manuel Pascua.
En su comparecencia ante la prensa ha reconocido que pensaba que Manuel Pascua Piqueras había cambiado, lo cual quiere decir que en algún momento había detectado ya algo y se lo había callado, sin haber hecho nada, por evitarlo en el futuro.
El Sr. Odriozola es una cara dura de tomo y lomo, al que le gusta su poltrona más que a un tonto un lápiz, y nos quiere venir con el cuento de que no sabía nada. Me extraña, y me parece más veraz la versión de que a él, lo que le importan son los triunfos de los atletas que constantemente se intenta apuntar, sin indagar y sin importarle cómo se consiguen. Y claro, ahora, el buen señor, cuando se ha descubierto el pastel se quiere llamar a andanas.
Este tipo debería saber que hay que estar a las duras y a las maduras, y marcharse a su casa por incompetente, en el mejor de los casos. Pero claro, él también es de los que no sabe conjugar el verbo dimitir, un verbo cuya primera persona apenas se usa en este país. Es una víctima, un hombre de honor, otro español de pro.
Por cierto, ¿Jaime Lissavetzky dónde está?
Salud y República