Libres corren las vides a mi lado y ubérrimo
Permanece el cielo. Las piñas intercambian pasiones y un
Burro alelado asciende por la pendiente
en pos de un trozo de nube
Algo debe de ocurrir el mismo día de San Heráclito
Que ni las supercherías deducen
Son las travesuras del viento descalzo que se engancha de la punta
Del camisón de la fortuna y va a dejarnos expuestos do moran las cabras montesas
Hacia lo oculto me marcho con todo el botín en mi mente
Hacia una vida indómita desde el principio. Sin velas sin arañas de luces
Con solo una alianza anémona dorada en la posición del diamante
¿Dónde va ajada? ¿Y pidiendo qué? La media sombra de nuestra luna
Toda necesidad de que te calmes llega anodina o no
Hasta los sepulcros de los paisanos. El universo es
También el olor de la tierra brezos arce y chalotas que los sabuesos extraviaron
Para reinstaurarse en su idiolecto
¿Qué? Campesino una palabra del verde nocturno basta para apartarte
¡Éfeso! decimocuarta generación del tío-abuelo del tío y del fósforo
En los dorados vergeles del naranjo y en las contiguas palabras del cincel
Antes de que otros campamentos de ciudades perdidas también se esparzan
Súbitamente los trotes. Sermones de los golfos marinos de enfrente
Dobles hoces de suelos para templo o teatro
Aguas verdes y otras ensortijadas praderas de los ligeros por qué
Y por tanto. Si la sabiduría nunca diseñara
Círculos de tréboles y grama devendría otra cosa como antes
La huella dactilar del extremo de tu dedo.
Habrá cartas. Las personas leerán y la historia se morderá
La cola de nuevo. Que solo las vides troten y sea ubérrimo
El cielo como lo quieren los niños
Con gallos y con piñas y con cometas azul turquí banderas
El mismo día de San Heráclito
la corona de un niño.
Traducción de Mario Domínguez Parra