
Pero igual que existe un Off-Off Broadway, en Madrid empieza a surgir (salvando todas las distancias, que son muchas) un circuito Off-Off, con salas que son refugio de pequeñas iniciativas sacadas adelante con tanto entusiasmo como precariedad, y que contribuyen a mantener vivo el pulso de la escena madrileña. He conocido en los últimos días dos de estas salas (seguro que hay más, y me gustaría saber de ellas), y me parece admirable su empuje.
La primera es el Espacio Cultural La Victoria, en la calle Santa Isabel, a pocos metros del Reina Sofía. Lleva, por lo visto, varios meses funcionando, pero yo no había oído hablar de ella hasta hace unos días Escondida tras un agradable café de apariencia decimonónica, se encuentra la sala Samotracia, un pequeño espacio abovedado de ladrillo visto -imagino que sería una bodega-. Está abierto a todo tipo de proyectos, y allí he visto a Gregor Acuña ofrecer un denso monólogo de Dostoievski: «El gran inquisidor», que ha paseado en los últimos meses por toda Andalucía y que aquí ha tenido que suspender antes de tiempo -¡qué lástima!- por falta de público. Se trata de un trabajo serio y valiente.
La segunda sala se encuentra en la plaza del Dos de mayo (ambas, por tanto, en un apropiado entorno cultural). También está en el sótano de un bar, «La graciosa», y se conoce como El sótano de los cómicos. En esta sala no he estado, pero iré pronto, porque este fin de semana estrena allí mi amiga Sonia Dorado junto a Geli Albaladejo un espectáculo titulado «Chicas de Cabaret», escrito y dirigido por Javier de la Torre.
Así que, como diría Galileo Galilei (el astrónomo, que hablando de salas se podría confundir): Eppur si muove; o, dicho de otro modo, y sin embargo se mueve. El teatro, claro.