Es oficial, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quisiera visitar Cuba antes de que finalice su mandato, en enero de 2017. Así lo confirmó el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, quien agregó que la posibilidad de hacerlo entusiasma a Obama.
Hasta ahora la posición oficial del Poder Ejecutivo norteamericano era de que Obama "no rechazaría" esa invitación. Hoy hay -en cambio- algún entusiasmo por la idea. Lo que es distinto. Mucho más positivo.
Pero, cabe preguntarse, ¿será Obama invitado? Nada lo asegura. Y, si efectivamente lo es, ¿cómo reaccionará el pueblo de Cuba? ¿Con júbilo o con rencor? Después de todo, en Cuba se han acumulado décadas de siembra constante de resentimientos y rencor contra el país del norte. Y hay temas que aún son considerados como "intratables" por el Partido Comunista de Cuba. Como el pluralismo político y la libertad ideológica. O la libertad de expresión y la de acceso a la información. O el respeto de los derechos humanos y de las libertades civiles y políticas de los cubanos, violados desde hace ya medio siglo, ininterrumpidamente. ¿Podrá Obama, en una eventual visita, callarse ante cuestiones de semejante entidad? Presumiblemente, no.
Por el momento, tras la "normalización" acordada los cubanos han comenzado a usar ropa con los colores y símbolos norteamericanos en lo que algunos interpretan es un "destape" sugestivo. Y una suerte de señal de simpatía.
Mientras tanto, el diálogo bilateral con miras a la "normalización" de las relaciones bilaterales continúa, pero lentamente. Y el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas ha probado ser más complicado de lo que normalmente es.
Ocurre que Cuba, por el momento al menos, no quiere que los diplomáticos norteamericanos tengan libertad para hablar con todos en Cuba. Ni que no se pueda controlar cuidadosamente quienes son los "sospechosos" cubanos que de pronto visitan la sede diplomática de los Estados Unidos en La Habana y hablan sin censura de lo que sucede efectivamente en su país y de los cambios que se requieren para salir del aislamiento y del autismo ideológico propio de su dictadura.
Los autoritarios son así y ese tipo de reclamos -realmente- aberrantes no los espantan, ni silencian. Por esto el proceso será indefectiblemente lento. La próxima visita del Papa Francisco a Cuba y sus mensajes al pueblo cubano serán una señal de lo que es posible y de lo que desgraciadamente es, por el momento, difícil de lograr si de aumentar el margen de libertad que corresponde a todos los cubanos por igual se trata.
La reciente exclusión de Cuba de los países que apoyan al terrorismo (más allá de sus cuestionamientos) es otro paso más en la dirección del acercamiento.
Por todo esto, la eventual visita de Obama a Cuba es ciertamente posible, pero no necesariamente probable, pese a la evidente cuota de ansiedad que, de pronto, parece haber invadido al mandatario norteamericano, que comienza a enfrentar la puerta de salida de su gestión.
Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
Fuente: informe21
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