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«Ogro», de Altea Cantarero, sitúa Cuenca en el mapa de la novela negra.

Publicado el 11 febrero 2023 por Patricia Patricia De La Calle Calle @noteaburras_es

La escritora alicantina Altea Cantarero da una vuelta al siempre atractivo género de la novela negra con su Ogro, una historia de crímenes y personajes retorcidos ambientada en la Cuenca de los años 60. Con ella, demuestra su maestría a la hora de crear una atmósfera capaz de atrapar al lector y llevarlo de la mano por un viaje insospechado.

La novela negra española está francamente de enhorabuena. No solo porque cada vez son más los autores y autoras que optan por escribir en este género, sino porque parecen haber desterrado de una buena vez el viejo cliché del señor detective encerrado en su despacho alquilado en Nueva York, Chicago o la ciudad estadounidense que más rabia le dé, con su copa de whisky barato mientras la luz de las farolas se cuela por entre las rendijas de su ventanuco brevemente antes de hacer pasar a la rubia cañón en apuros que trae un caso que le cambiará la vida. No, definitivamente este no es el camino que ha escogido la alicantina Altea Cantarero para contar sus historias. Para empezar porque, lejos de la Gran Manzana, sus crímenes a investigar suceden nada menos que en Cuenca. Y ya era hora de ir reivindicando un poco nuestras tierras, que, como escenario novelesco, nada tienen que envidiar a ningún otro sitio.

Su novela Ogro, que es la primera parte de la trilogía Cuentos de viejas, tiene un comienzo que deja sin aliento, lo cual me parece la mejor tarjeta de presentación que puede dejar un escritor: un espantoso crimen cometido en una capilla en la Cuenca de los años 60, a la que Cantarero nos lleva de viaje para encontrar misterio a raudales entre el cada vez más frío otoño de la ciudad.

" Ogro, es mi primera novela, mi primogénita bebé literario. Me gusta jugar con las metáforas de gestar y parir, ¡son tan subyugadoras!", comenta la alicantina entre risas. "Ha supuesto una exploración alucinante en tantos aspectos. Ha sido la aurora, claro, el inicio de algo muy grande para mí, ese enrolarme, con todas las connotaciones de aventura, incertidumbre, tierra incógnita, de desarrollar desde habilidades técnicas hasta actitudes de carácter o costumbres nuevas, un desafío en todo, desde lo logístico a lo más inefable del proceso de escribir... En Ogro me he constituido como novelista".

«Ogro», de Altea Cantarero, sitúa Cuenca en el mapa de la novela negra.

El argumento de la novela gira en torno al brutal asesinato de una monja en la misma capilla del colegio femenino donde ejerce como profesora. Su corazón aparece atravesado por siete puñales en una burla sacrílega de la Virgen Dolorosa, con lo que todo apunta a que no sea sino el primero de una serie de asesinatos rituales. La bella y misteriosa ciudad de Cuenca se ve pronto amenazada por la sombra del bautizado como el Ogro del Júcar en este atractivo cuento de terror nacido de la mente de Altea Cantarero, que asegura que sobre todo pretende entretener al lector, pero sin dejar de lado el rigor y una cuidada ambientación: "Trato de mixturar una trama negra, de suspense clásico, con otros elementos como las alusiones históricas a un entorno y un momento concretos muy significativos. Busco entretener, puramente, en primer y último lugar..., pero también tratar con sumo respeto a la persona lectora mostrándole los recovecos de la trama de un modo complejo y dilatado. La densidad de las atmósferas... Como cualquier escritora con cualquier historia, quiero narrar muchas cosas que resulta imposible sintetizar en una sola. Destacaría también la coralidad: Ogro es una novela muy coral, donde es difícil discernir un solo protagonista".

Así, mientras los lectores tratamos de averiguar quién es el Ogro, la primera parte de esta trilogía, que quizás acabe siendo incluso una saga, va cosechando una muy gratificante acogida. Altea Cantarero rememora algunos momentos especialmente entrañables: "La verdad, cada persona que me cuenta haber gozado con el libro, haber sentido los personajes como historias de carne real, haber deseado que no terminaran sus páginas... es una caricia en el alma. Hace poco, me decía una bellísima lectora y mejor persona, cuando acabó Ogro: "¿Qué hago yo ahora sin Lobo, sin Líber, sin Marita, sin Olvidito, sin Polonieta...? ¡Dale a la tecla, por Dios!". Eso lo vale todo... Eso significa que mi historia ha salvado la distancia infinita entre dos almas diferentes para llegar a ser algo en otro ser, siquiera por unos días..., y eso es una alquimia de ternura y grandeza casi imposible de explicar con palabras..., esas palabras que sí forman los cuentos, en realidad".

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