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¡oh!

Publicado el 06 enero 2021 por Angeles

Una mañana de invierno, después de una tormenta que había encendido el cielo durante toda la noche, Alicia fue al paseo marítimo para hacer fotos de las nubes, que seguían flotando sobre el mar como medusas gigantes.

Pero al llegar vio desde el parapeto algo que le interesó más que las nubes. Había dos niños en la arena, un chiquillo de unos nueve años y una niña algo más pequeña. Estaban junto a las grandes letras de cemento, húmedas aún por la tormenta, que a la sombra de un pequeño grupo de palmeras formaban la palabra PLAYASOL. Los padres de los niños estaban en la orilla, contemplando el mar, sin prestarles mucha atención a ellos.

Durante el verano esas letras eran uno de los entretenimientos de los niños y jóvenes que llenaban la playa, y un lugar favorito para hacerse fotos. Los más altos se asomaban por los huecos de la P y la A, o por entre los brazos de la Y. Otros se sentaban en la L formando ellos mismos unángulo recto; otros buscaban posturas difíciles para encajar en la S; pero lo que más les divertía a los pequeños era colarse por la O, pasando de un lado a otro sin cansarse.

Alicia, que observaba con el zoom de la cámara, pensó que era muycurioso que esos dos niños no jugaran en ningún momento a pasar a través de la O, sino que se asomaban a ella como si fuese una ventana. Se apoyaban cada uno en un lado, miraban, y al cabo de unos segundos se retiraban, con caras de asombro y exclamaciones de sorpresa, como cuando se mira por un caleidoscopio por primera vez.Después de asomarse varias veces llamaron a sus padres, y, alterados pero sonrientes, les hicieron gestos para que se acercaran.

Los padres se asomaron también, tal como les pedían los niños, pero Alicia vio que se apartaban de aquella peculiar ventana con indiferencia, encogiéndose de hombros.

Después de esto, la familia se marchó en dirección al paseo, aunque Alicia pudo observar que los niños no dejaban de volver la mirada hacia las letras.

Entonces bajó ella a la arena, se acercó a las letras, e imitando a los niños se asomó por el hueco de la O. En seguida se apartó, con un movimiento brusco, como si hubiera recibido una descarga eléctrica o una sorpresa enorme. Después de unos segundos de indecisión volvió a asomarse, y a continuación metió sólo las manos, con la cámara preparada. Sin embargo,al retirarla comprobó que, al igual que los padres de aquellos dos niños,la máquina no había registrado nada más que la arena y las palmeras del otro lado de las letras.

Alicia permaneció unos instantes frente del gran óvalo de cemento, quieta y pensativa, como un pez piedra que se queda inmóvil en la arena justo antes de lanzarse sobre su presa. Entonces dio unos pasos hacia delante y se coló en la O, comolos pequeños que jugaban allí en verano. Pero a diferencia de ellos, Alicia no apareció junto a las palmeras del otro lado.

¡OH!



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