Yo tambien escuché : “Este es mi hijo muy querido”, dijo el Padre por Jesús, a quien escucharlo nos encomendó.
Ayúdame, Padre Bueno a ser como María, la fiel que escuchó y guardó la palabra sagrada, aunque a veces no entendía. Llevando una vida donada y entregada. Por eso se transfiguró, y en Madre de Dios se convirtió.
Ayúdame a decir como Pedro “Sólo tú tienes palabras de vida eterna”, y a convertirme en mente y corazón. Para caminar siempre y sólo hacia tí, morando en tu carpa de luz y eternidad.
Quiero permanecer fiel a tu Palabra, ser como María y elegir la parte mejor, ser oveja que distingue y escuche tu voz, ser sarmiento unida a Tí que eres la vid… siempre tu voluntad.
Pero si en algún momento de esta vida pasajera la inquietud de Marta sobrevuela mi respiro, como ella tenga la confianza ciega, la fe de Marta seguridad plena y de que apesar de todo mi petición sea: ”ser tu amiga, porque toda amistad es un milagro de reciprocidad sincera, que como Marta sea acogedora, dando siempre un lugar en mi casa cuidando los detalles, y sirviendo humildemente a lo que tu dispongas”.
No me pides que me retire del mundo, pero si que no sea mundana, es necesaria, por tanto, la oración resistiendo la tentación del “hacer por hacer”. Por eso te ruego me ayudes a que pueda distinguir, un órden de prioridad, de precedencia. Que pueda confluir el mundo y la santidad, para que en mi corazón pueda unir el cielo y la tierra.
Ojalá esté abierta a la gracia, y hoy y siempre escuche tu voz!. Y te responda en medio de las pruebas, amar al Padre como lo hiciste Tú, Jesús, y al prójimo como exigencia tuya, Maestro, Amigo, Salvador del mundo, Luz de la naciones.
Extraído en parte de la Liturgia cotidiana.