Soy incapaz de imaginar cómo hubiera envejecido Sylvia Plath, célebre poeta y narradora estadounidense, si, tal día como hoy, 27 de octubre de 2023, hubiera cumplido 91 años. Quizás, si hubiera superado ese fatídico 11 de febrero de 1963, la poeta habría conseguido, por fin, que, en algún momento, alguien diera con el tratamiento adecuado para sus patologías mentales. Plath fue capaz, en una época donde los electrochoques campaban a sus anchas en los psiquiátricos y la salud mental era aún más tabú que en la actualidad, de verter su sufrimiento en un libro, La Campana de Cristal (cuya primera edición publicó con pseudónimo pues no quería que vincularan su poesía, con esa valiente fragilidad que expone en la novela). No me cansaré nunca de recomendar esta obra, aunque sea dura.
Verán, yo de poesía no sé casi nada, así que no puedo hacerles un sesudo análisis de la valía de Plath en este ámbito, que, por lo visto, es mucha. Pero sí les aconsejo leer La Campana de Cristal porque, con un lenguaje directo, va llevando a los lectores por una senda que recorre, poco a poco, el laberinto de la mente que padece una dolencia mental. Y digo dolencia, porque estas patologías también duelen, y mucho, pero no se curan con un analgésico común. Es verdad que cada día hablamos de ellas más, pero quizás han salido del territorio del estigma la ansiedad y la depresión, pero la experiencia de Plath (cuyo primer diagnóstico fue depresión clínica) sigue siendo muy válida para denunciar la falta de recursos y de apoyo social en otras patologías como la bipolaridad o la esquizofrenia.
La vida de Sylvia Plath se ha llevado al cine, mucho menos su obra, así que les dejo aquí algunos ejemplos de documentales y películas y un episodio especial del podcast Castillo, Verge and Co, donde me tienen contratada por horas como detectiva literaria, sea lo que sea eso.