Revista Educación

Ojalá pudiéramos ir al médico

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Ojalá pudiéramos ir al médico

De polémica en polémica olvidamos pronto los temas que nos hicieron tiritar de indignación. Pero los fósforos que prendieron la mecha, más allá de los titulares y las peleas en redes sociales, siguen ahí, provocando incendios que nadie parece querer apagar sin cámaras delante. Hace unas semanas, el portavoz de Mas País, Íñigo Errejón, pedía un plan de Salud Mental en el Congreso y un diputado del PP gritaba, como si estuviera en el Mercado ofreciendo el producto del día, un ¡Vete al Médico! que debió aterrorizar a sus compañeros de partido, más avispados a la hora de entender las posibles consecuencias mediáticas de una salida de tono por la que luego pidió perdón. Bien, si yo hubiera estado cerca del diputado popular Carmelo Romero le habría contestado que eso es lo que queremos muchos españoles: ir al médico cuando nuestra salud mental se resiente. El problema es que hay una gran cantidad de pacientes que no pueden hacerlo, porque el número de psicólogos, por ejemplo, es irrisorio. En enero de 2020, y fíjense que aún no había llegado la pandemia y el confinamiento, con el reguero que está dejando y dejará de problemas mentales, el Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, denunciaba que en España hay 6 psicólogos clínicos por cada cien mil habitantes. Estos profesionales tienen que atender a los pacientes que padecen quizás ansiedad, depresión, insomnio, trastornos de la alimentación, adicciones y determinar luego si podrían estar sufriendo patologías de imprescindible tratamiento psiquiátrico para derivarlos a la unidad correspondiente, por cuya atención deberán esperar quién sabe cuántos meses más.

En una ocasión, en un tiempo algo lejano, vi cómo mi doctora de cabecera se desesperaba al teléfono, mientras intentaba conseguirme una cita lo antes posible con psicología clínica. No lo consiguió, por supuesto, porque la lista de espera era tal que sólo se atendían en un periodo razonable las patologías más agudas. Así que colgó tan frustrada que estuve a punto de proponerle que fuéramos juntas a uno privado, que igual nos hacían un descuento 2 x 1. Ironías aparte, creo que ya tenemos los conocimientos suficientes como para saber lo importante que es la atención mental temprana para evitar dolencias extremadamente dolorosas para los pacientes, sus familiares y la sociedad. El psicólogo debería ser una pieza fundamental en los centros de atención primaria y de especialidades y con ello se conseguiría evitar el "goteo" de visitas en busca de un diagnóstico que, pese a los síntomas físicos evidentes, tiene su origen en el cerebro, en la dificultad para gestionar las emociones, en la poca atención integral que recibimos como pacientes. Así que sí, ojalá en vez de conocer perfectamente, como decía Errejón, los nombres de los medicamentos para la ansiedad, el insomnio o la depresión, pudiéramos ir al psicólogo y al psiquiatra cuando lo necesitáramos y no cuando nuestros recursos económicos nos permitan acudir al sector privado o cuando la Seguridad Social pueda incluirnos en una desesperante lista de espera.

Ojalá pudiéramos ir al médico
©Sotries/Freepik.


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