La efervescencia que están viviendo algunos subsectores ligados al turismo gracias al crecimiento del número de cruceristas en los últimos años en España, puede torcerse. Y es que el fuerte aumento de la competencia, por una parte entre propias compañías navieras por robarse clientes y, por otra, entre puertos españoles que aspiran a una porción de esa tarta, está haciendo inviable el negocio.
Las ofertas para realizar un crucero están, hoy en día, al alcance de cualquier bolsillo, gracias a la guerra de tarifas. Las inversiones que han realizado algunos puertos, principalmente Barcelona, para instalar terminales de cruceros de primer nivel, y que esperan recobrar por el cobro de tasas, puede resultar imposible debido al aumento de puertos que luchan por atraer a sus muelles este tipo de buques. A la ecuación hay que añadir, además, el continuado aumento del coste de combustible, que hace insostenible el negocio.
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