Integramos en nuestro blog una de las actividades más destacadas del Museo Reina Sofía, institución colaboradora de la Escuela TAI: 'Ojos ávidos', una antología de cine experimental norteamericano comisariada por el investigador Bruce Posner y que introduce el cine de vanguardia como la construcción de otra visión. Una selección de 37 películas, restauradas para este ciclo, rastrean las múltiples trayectorias dibujadas por el cine experimental durante cinco décadas: desde las incursiones de artistas como Fernand Léger y Marcel Duchamp en los años 20, hasta los experimentos visuales y sonoros de Oskar Fischinger y Mary Ellen Bute; las miradas documentales de Paul Strand, Helen Levitt y Tom Palazzolo o las poéticas singulares de cineastas como James Broughton, Bruce Baillie, Marie Menken y Maya Deren.
Según Walter Benjamin, el espectador cinematográfico accede, a través de las funciones de su ojo, a su 'inconsciente óptico' gracias a la capacidad de la cámara de captar y subrayar algo que le resulta transparente, invisible o inaprensible en la vida cotidiana. Esa es, para Benjamin, la experiencia básica que ofrece el cine, y que está en la base de la fascinación que produce, siendo este uno de los impulsos que alimentó el cine de vanguardia a lo largo del siglo XX. En el núcleo del cine experimental se detecta una búsqueda de respuestas a esos estados de ansiedad del ojo, un deseo de trascender la realidad. A este ojo concebido como órgano de visión de un espectador hambriento e inconformista se dirigen las películas que componen este ciclo.
La selección se centra en el trabajo de diversas generaciones de cineastas activos en Estados Unidos, donde la temprana recepción de la vanguardia y su transformación en un cine otro coincide con el desarrollo, en sentido opuesto, del cine clásico. La década los años veinte marca el inicio del programa y los setenta su hito final, con la irrupción de las prácticas de vídeo y el consecuente replanteamiento de las funciones específicas del medio cinematográfico. Los filmes de este ciclo expresan conceptos, sensaciones, estados de ánimo y elaboraciones del intelecto en términos visuales absolutos. Tienen en común diversos principios: la recurrencia a la poesía como modelo, el uso de herramientas plásticas, el rechazo a la trama narrativa, el desafío a la lógica temporal y, sobre todo, el modo de producción y distribución personal.
Así como la poesía alimenta la prosa sin desaparecer, estas películas demuestran la resistencia de una serie de cineastas conscientes de tener en sus manos un instrumento de pensamiento. En retrospectiva, Maya Deren escribiría: 'Pensé en lo interesante que sería que utilizáramos el cine de manera distinta. Hasta entonces se había hecho uso de él como si se tratara de una novela que cuenta una historia, o bien como un documental. No había nada entre esos dos polos, y yo quise utilizar el cine como medio poético [...]'. Se transparenta así aquel murmullo del verso de César Vallejo, presente en todo el ciclo: 'Ojos ávidos, ¡pero de poesía!'.