Ojos rojos en las fotografías
Era lo que ocurría cuando éramos pequeños y utilizábamos cámaras compactas con carrete. Recuerdo las excursiones con el colegio. Siempre nos interesaba más retratar a nuestros amigos que a la muralla romana de la ciudad. Y claro, en la oscuridad, era inevitable lo que sucedía. Una imagen de la cara endemoniada que a algún compañero de clase le hacía justicia.
El color rojo que aparece aún hoy en día con algunas cámaras es debido a los vasos sanguíneos que irrigan la retina. El haz de luz del flash sale de la cámara, rebota en el fondo del ojo adquiriendo la tonalidad rojiza de la sangre y llega finalmente a la película (o sensor).
La manera más sencilla de evitarlo es alejar lo máximo posible el flash de la cámara. Así, la luz que sale de vuelta desde el ojo hacia la cámara llega con otro ángulo y el color rojo no es captado.
También se puede solucionar con un flash extra, o ráfagas pequeñas de flash, para contraer la pupila en el instante anterior al que realizamos la instantánea. Así, cuando utilizamos el flash “de verdad” es muy poca la luz que consigue penetrar en el ojo, e inapreciable la tonalidad rojiza que llega de nuevo a la cámara.
Los animales muestran los ojos verdosos en las fotografías con flash a oscuras. Es debido a una membrana azulada en contacto con la retina que ayuda a retener la luz que viene del exterior. Esta capa se denomina tapetum lucidum. Por eso los animales ven tan bien de noche. El resultado es un reflejo amarillo-verdoso.
Por cierto, lo de la imagen que encabeza el post de hoy no tiene nada que ver con la ciencia. Bueno, sí. Es la ciencia del retoque: Photoshop.