Revista Cultura y Ocio

Ojos y manos y libros

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Ojos y manos y libros
     Se viene hablando desde hace ya días de la Feria del libro de Madrid, normal, allí las casetas se cuentan por cientos y los visitantes... bueno, no quiero aventurarme pero supongo que os podéis hacer una idea. Sin embargo no todos podemos acercarnos a esta feria y, quien más y quien menos, tiene una cerca de casa a la que una vez al año nos asomamos. Y esa es la nuestra, nuestra Feria.
     No soy una persona especialmente mitómana y la cosa no cambia cuando hablo de escritores, a fin de cuentas ¿qué es un escritor sino una persona en cuyas manos pongo mis cinco sentidos durante unas cuantas horas? Espera, dicho así... bueno, tal vez si que haya alguno que otro al que mire de una forma especial. Y tal vez por eso, durante unos días me una al gentío que recorre casetas aún sabiendo que no realizaré apenas compras. Porque en mi feria del libro lo que me importa es mirar. Y sí, miro mucho a los escritores cuyas obras he leído. Supongo que si tuviera que explicarlo me pasaría un poco como a quien le preguntas qué es lo primero que mira en alguien del sexo opuesto y te contesta que los ojos cuanto en realidad le mira el culo o las tetas o un palmo por debajo de los abdominales. Mentimos. Y yo reconozco que tampoco les miro los ojos sino las manos. Ahí va una manía, pero me llama la atención ver como sujetan el bolígrafo a  la hora de firmar o si colocan el libro más o menos inclinado para escribir la dedicatoria de turno. No me preguntéis el motivo. Y también observo las caras de quienes esperan asomándose por encima del hombro de quien tienen delante para poder llevarse una mirada, incluso una sonrisa del autor de moda o de aquel que compraron porque en sus estantes no puede faltar un título suyo que haya salido al mercado. O la mirada del escritor que acude por primera vez a una caseta y le ves los nervios pensando en si habrá alguien dispuesto a dejarles un libro para que estampe en él su marca personal; o la del futuro autor que acude soñando que tal vez, y sólo tal vez, dentro de un tiempo pueda ser él quien se siente a sudar bajo el sol y sonreír a quienes se animan a acercarse.
     Y así una feria que debiera de ser de libros se convierte para mi en algo muy distinto. Es un mundo de ojos y manos y pies que se estiran hasta apoyar sólo la punta y así aparecen otros ojos que se asoman. Miradas que van de silla en silla, de mesa en mesa, y que luego se deslizan por títulos que conocían o por otros que quieren descubrir. Ojos que buscan un título, un nombre; manos que se alargan deslizando los dedos por portadas que muchas veces no pueden llevarse a casa (la economía siempre manda en estos casos) pero que en una suerte de movimiento reflejo nos desobedecen y se dejan guiar por los ojos. Y manos, y ojos, y libros, y manos...
      Como comentaba al principio, tal vez no podamos acudir a una feria del libro repleta de casetas, pero estoy segura de que todos tenemos una feria, una librería, biblioteca... en la que nos adelantamos a lo que será un placer seguro.
     Este año os propongo disfrutar de la feria con los cinco sentido: ver todo lo que nos ofrece, degustar las palabras, oler a libro nuevo y papel, escuchar las conversaciones, la recomendación del librero y tocar, tocar libros, lomos, páginas. Y sobre todo, recordad que no es algo que suceda un día. Tal vez las ventas de estos días ayuden a que muchas librerías puedan salir adelante un tiempo, pero las librerías pueden ser lugares mágicos todos los días del año.
     Y vosotros, ¿acudís a las ferias que os cogen cerca?
     Gracias

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