Oktoberfest: El festival de la cerveza

Siendo una de las celebraciones más grandes del mundo, Oktoberfest atrae cada año a millones de curiosos que desean dejarse llevar por la alegría contagiosa de Munich donde el colorido, la música y la tradición se conjugan alrededor de un ingrediente fundamental: la cerveza. Por supuesto, siendo Bavaria el sitio donde se produce la mejor cerveza del mundo, no podía ser de otra manera.

El Oktoberfest es una celebración que sienta sus raíces en los inicios del siglo XIX pero que sabe reinventarse cada año, manteniendo frescas las antiguas usanzas y atrayendo no solo a los habitantes de Alemania que se desplazan con toda la familia sino también a jóvenes de toda Europa que desean divertirse y descubrir la faceta más encantadora de Munich. Esta celebración generalmente inicia en los últimos días de septiembre para continuar hasta los primeros días de noviembre.

Aunque la cerveza señorea en el Oktoberfest, no es la única atracción con la cual estos días ejercen su embrujo peculiar. De hecho, la fiesta comienza con la llegada de los Wiesnwirte, una procesión donde los carruajes tirados por caballos llevan decenas de barriles de cerveza. Posteriormente, en la carpa Schottenhamel, una de las mayores de la celebración, tiene lugar la apertura del barril. Este acto emblemático adquiere una extraña solemnidad donde solo se sienten retumbar los fuertes martillazos. Una vez abierto el barril se da el vía libre para que millones de litros de cerveza sean consumidos.

Otra de las usanzas más llamativas del festival es el desfile de trajes tradicionales; un momento en el cual miles de personas se visten con antiquísimos vestidos de fiesta y recorren casi una decena de kilómetros. Las carrozas, las bandas musicales y los grupos de bailarines le imprimen nuevos aires al desfile. Vale aclarar que antiguamente solo las personas de la localidad endosaban estos trajes pero con el pasar del tiempo también los extranjeros acuden a la festividad vestidos a la antigua usanza.

Foto de: Digital Cat

Pero la diversión apenas inicia. Los juegos de fuerza que recuerdan viejas formas de esparcimiento o las atracciones de altura y de velocidad te incitan a dejarte llevar totalmente por el espíritu del lugar. Cada año se abren nuevas atracciones, siempre más atrevidas. Este año se incluye el Rocket, definida por los alemanes como una atracción tan alta como las estrellas, que está pensada para aquellos que no tengan problemas con las alturas ni con el vértigo. No obstante, los que prefieran atracciones menos movidas pueden acceder a las carpas de títeres o a los coloridos carruseles.

Foto de: Digital Cat

Otra peculiaridad del Oktoberfest es que una buena parte de la diversión transcurre al interno de sus carpas, grandes espacios con mesas donde se bebe y se degusta la comida tradicional. Debe puntualizarse que aunque la entrada es gratuita se pueden reservar asientos con anterioridad, incluso desde el extranjero.

Cuando los días de diversión terminan no puedes sino desear con todas las fuerzas que arribe el próximo Oktoberfest.