La imagen que ilustra la entrada del día se corresponde con una finca urbana “okupada” en Valencia, que no se corresponde de forma exacta con la que referiremos el día de hoy, situada en Mallorca, de unos quince mil metros cuadrados y que fue invadida por una familia de etnia gitana, quien la utilizó como almacen de chatarra para su negocio. Cuando el propietario se percató de la situación, fue denunciado por los “okupas” por amenazas.
Algo empieza a funcionar mal en este país cuando tienen más derechos los invasores que los invadidos, cuando los inmigrante ilegales acceden a servicios sociales superiores a los de españoles que han cotizado toda la vida, mientras la aportación de aquellos ha sido nula, cuando el deshaucio resulta cada día más dificultoso para el propietario que pretende ejercer sus derechos, ejerciendo la administración el buenismo absurdo hacia quienes incumplen la ley y violan las elementales normas de convivenia, aún no escritas, de nuestro modelo social.