Más de un centenar de jóvenes que nunca aportaron un céntimo al sostenimiento de la sociedad se apoderan de un local del centro de Barcelona, y cuando los desalojan legalmente, la alcaldesa Ada Colau, hermana catalana de Podemos, estudia comprarlo con dinero de todos para devolvérselo a esos okupas.
Hasta hace un año su predecesor nacionalista, Xavier Trías, le pagaba secretamente al propietario del local 6.000 euros mensuales para que los okupas creyeran que lo eran realmente, no de pago, que va en contra de su moral.
Envuelta España en escándalos de corrupción, numerosos políticos son como okupas: roban secretamente de los impuestos que pagamos todos.
Por lo que, en protesta contra esa gente del PP en amplias zonas del país, y del PSOE sobre todo en Andalucía, han nacido los nuevos partidos.
Los okupas de Barcelona –y que crecen por toda España-- se creen con derecho a vivir de los demás sin intentar trabajar.
Son cercanos a los creadores de Podemos, que les promete salarios fijos seguir viviendo de los impuestos que requisarán a quienes trabajan.
Al contribuyente se le desprecia, mientras se enaltece a agitadores y vagos, algunos de ellos excepciones sociales o “mi-mis”, minorías de minorías, perdone usted la creación de esta nueva categoría que se le ha ocurrido al cronista.
Ahí está, por ejemplo, como nueva estrella televisiva --los medios son quienes crean estos ambientes--, Lagarder Danciu, el gitano rumano y activista gay que interrumpió un acto del PP, con Mariano Rajoy, al grito de “¡Sois la mafia!”
En muchos medios se alabó a Lagarder por boicotear al PP, pero antes ya lo había hecho con Podemos, al que insultó, aunque entonces no fue noticia.
¿Y qué exige este minoría de minorías, este “mi-mi”, que se ha plantado aquí proclamándose revolucionario? Sueldo fijo y una casa sin trabajar, costeados por los contribuyentes.
Seguramente los obtendrá. Con el buenismo, incluso del PP, y el podemos creciente del vago a vivir ricamente vagueado, cada día más gente okupa nuestros impuestos.
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SALAS