Okupas, especie protegida

Okupas, especie protegida, al menos en Barcelona. Resulta cuanto menos curioso que el propietario se encuentre totalmente indefenso cuando okupan su propiedad y desde el Ayuntamiento, además, hayan dado instrucciones por escrito a la policía para que velen por los «derechos» de los okupas. Por lo visto los derechos de los que okupan ilegalmente una propiedad son mucho más importantes que los derechos de quienes han pagado la propiedad y sus correspondientes impuestos. Noticias como estas son las que me hacen sentir vergüenza ajena y empiezan a resultarme cansinas.

Okupas, especie protegida

Okupas, especie protegida. El propietario no tiene ningún derecho.

Por lo visto las últimas instrucciones a la policía tienen por objeto frenar la actividad de la empresa Desokupa, de la que ya hablé en una ocasión en este blog.

Esta empresa (Desokupa) conseguía recuperar muchos inmuebles a sus legítimos propietarios de manera extrajudicial. El Ayuntamiento ya denunció a la empresa ante la fiscalía por coacciones.

Lo han llamado «procedimiento operativo 11/17», y serán las patrullas de la policía local de Barcelona las encargadas de «comprobar que las personas desalojadas lo están siendo en contra de su voluntad por cualquier medio o procedimiento al margen de un procedimiento legal y ajustado a derecho, como por ejemplo coacciones». La policía deberá «evitar que la empresa o personas responsables puedan llegar a materializar su actuación, evitando cualquier tipo de desalojo, cierre de puertas o cambio de cerraduras».

Una prueba más de que al Ayuntamiento le preocupa más impedir que el legítimo propietario recupere el local, que el hecho de que el okupa cambie ilegalmente las cerraduras impidiendo al propietario la entrada. Eso por lo visto es algo aceptable y debe ser permitido.

Me apena comprobar que la ley esté a favor del delincuente y no de los legítimos propietarios. Evidentemente hay opiniones para todos los gustos y está claro que muchos serán los que aprobarán la postura de los okupas, pero me pregunto si seguirían pensando igual si, tras abandonar unos días su vivienda, se encontraran a unos desconocidos habitándola con la cerradura cambiada.

Ramón Cerdá