Sudáfrica celebrará el próximo 7 de mayo sus primeras elecciones generales sin su expresidente Nelson Mandela, fallecido el pasado 5 de diciembre. Los analistas pronostican una importante caída del gubernamental Congreso Nacional Africano (CNA) del presidente Zuma, que desde 1994 ha ganado todas las elecciones con más del 60 por ciento de los votos y podría bajar en esta cita cerca de la barrera del 50 %. Los escándalos de corrupción y la mala gestión son algunos de los factores que explican la crisis de popularidad del CNA, partido al que perteneció Mandela y que lideró la lucha contra el “apartheid” y la transición a la democracia.
Sudáfrica se aproxima a las elecciones en medio de un clima de tensión en muchos antiguos guetos negros y zonas rurales deprimidas, donde cada día se registran protestas violentas contra las autoridades por el deterioro de los servicios públicos.
Las protestas con barricadas, carreteras cortadas y ataques a centros públicos se repiten cada día en este país con la mayor desigualdad social del mundo. En los últimos tres meses la policía ha contabilizado más de 3.000 manifestaciones, es decir, una media de 30 diarias, de las que una parte considerable acaban con violencia. Solo en enero, ocho manifestantes murieron por disparos de los agentes, cifra a la que hay que sumar otros dos fallecidos en lo que va de febrero.
La actuación de las fuerzas del orden en este tipo de manifestaciones ha sido duramente criticada en Sudáfrica, que en agosto de 2012 vivió el peor incidente de este tipo al matar la policía a 34 mineros en Marikana, durante una huelga sindical.
Las comunidades pobres están exigiendo servicios públicos y viviendas adecuadas, reducción de los precios de la electricidad y otros servicios. Los manifestantes han quemado vehículos y edificios y han saqueado tiendas. La policía ha respondido a algunas de estas protestas violentas con armas de fuego, lo que ha provocado las críticas de los activistas de derechos humanos que dicen que la cultura de la ilegalidad se ha arraigado en la policía.
“Nuestro país es un lugar mucho mejor para vivir ahora que en 1994, debido a la participación y la contribución de los sudafricanos”, dijo Zuma en un comunicado. Para apoyar esta afirmación, el partido gobernante afirmó que más de 3,3 millones de viviendas se habían construido en las últimas dos décadas, beneficiando a más de 16 millones de personas, el número de personas que reciben ahora subsidios sociales se ha incrementado de 3 millones a 16 durante ese período, y cerca del 92% de los sudafricanos tienen acceso al agua potable, en comparación con el 60% que había en 1996. Los problemas clave, sin embargo, incluyen la mala educación y la falta de trabajadores cualificados, una tasa de desempleo de alrededor del 25%, y un nivel de desigualdad económica que está entre las más altas del mundo.