Revista Cultura y Ocio

"Olga" de Bernhard Schlink

Publicado el 05 enero 2021 por Juancarlos53

"—Éramos más pacientes que vosotros. En aquella época muchas parejas pasaban meses, incluso años, separadas, y solo se veían durante breves periodos. Tuvimos que aprender a esperar. Hoy todos vais en coche y en avión y habláis por teléfono y pensáis que el otro está siempre disponible. Pero, en el amor, el otro nunca está disponible."

Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)Olga nace en la parte este del imperio alemán a finales del siglo XIX, sobrevive a dos guerras mundiales y muere en extrañas circunstancias. Su vida, a caballo entre dos siglos, transcurre marcada por la historia. De familia pobre, es criada por su abuela tras la temprana desaparición de sus padres; más adelante se enamora de Herbert, un joven de una clase social superior, cuya familia se opone a la relación. Deberán mantener su amor en la clandestinidad y después la relación quedará marcada por la distancia, porque Herbert, llevado por el entusiasmo de las guerras coloniales de Bismarck, decide alistarse en el ejército. Viajará por África y por América del Sur y más tarde formará parte de una expedición polar, mientras Olga se queda en casa y le escribe cartas.La novela relata la vida de la protagonista en tres partes y desde tres ángulos complementarios: un narrador en tercera persona, un testimonio en primera –el de un joven que la conoce en los años cincuenta, cuando Olga plancha para su familia– y por último las cartas que la propia Olga envió durante años a su amado, sin obtener respuesta.
Mi comentario Interesantísima historia sobre una mujer independiente, integrada en el mundo que le ha tocado vivir pero no absorbida por él, sus locuras y metas absurda e inalcanzables. Es hija de eslavo y alemana y conoce el amor verdadero con Herbert, hijo de una acaudalada familia aristocrática venida a menos que busca un buen enlace para su hijo que sirva para dar bríos a la empresa familiar. Pero Herbert ama a Olga y a sus propios ideales que en nada coinciden con los de sus padres. Olga conocerá a Herbert a través de la hermana de éste, Viktoria, amiga del colegio para mujeres en el que estudia becada gracias a sus buenos resultados escolares.
Olga ha perdido a sus padres, fallecidos por el tifus, y es acogida por su abuela alemana que la atiende de mala gana demostrándole poco amor. La abuela desearía hacerle perder su nombre eslavo y convertirlo en Helga, pero Olga se niega y en cuanto puede abandona la casa y comienza a vivir por sí misma gracias a la beca que le posibilitará hacerse maestra, algo increíble en la época para una mujer y más de pocos medios. Comienza a dar clases en su localidad natal (Pose) donde vive Herbert quien de casarse con ella preferiría que ella no ejerciese la profesión. 
el Imperio alemán, colonialismo alemán, guerra franco-prusianaSe aman los dos jóvenes pero es un amor con dilaciones en el tiempo pues Herbert es militar y está en la guerra franco-prusiana. Cuando vuelve a casa tras la guerra se siente atraído por los cantos de sirena colonialistas del emperador y con el gobierno de Bismarck no tan favorable a ello participará en la campaña contra los herero de Namibia. Terrible comportamiento el de Alemania allí. Al regreso tampoco se queda tranquilo y emprende una serie de viajes por medio mundo que pasando el tiempo le llevan a ilusionarse con una aventura ártica: encontrar el paso del noroeste en los hielos perennes. Y ahí su rastro desaparece.
Afortunadamente Olga puede seguirse manteniendo dignamente gracias a su profesión. La vemos en estos años entusiasmarse con un niño, Eik, de una amiga suya. Se diría que el amor que le falta de Herbert lo vertiera sobre este chico que crecerá y contrariamente a los deseos de Olga será partícipe de las ideas nacionalsocialistas que llevarán a Alemania de nuevo a la catástrofe con Hitler como ya le ocurriera durante la Iª Gran Guerra en la que sus ideales megalómanos se vieron arrollados por sus contendientes opositores.
Vemos así en las dos primeras partes de las tres que forman la estructura de esta novela, ir discurriendo de manera lineal la historia de Olga quien en un momento dado por culpa de una dolencia ha perdido el oído y por ende su puesto como enseñante. Se dedicará ahora a la costura y así entrará en la casa de la familia de Ferdinand, otro niño sobre el que verterá su inmenso amor. Él, Ferdinand, es quien, en este momento nos enteramos, está relatando la historia en esta segunda parte; en la primera el narrador es una tercera persona omnisciente externa a la historia. Finaliza esta parte segunda cuando tras descubrir Ferdinand a la hija de Eik y saber por ella de su padre desde otra perspectiva decide seguir investigando sobre Olga. Le queda por conocer sus pensamientos más íntimos, los que le confesaría en esas cartas enviadas a Herbert a una lista de correos en Tölsom (Noruega), cartas que él nunca leería. Ferdinand las encuentra en un anticuario de esa localidad y las lee. Esa es la 3ª parte, totalmente realizada en forma epistolar de manera unidireccional sin respuesta jamás de él, de Herbert, el huidizo, diferente y aventurero Herbert, tan distinto de Olga y a quien ella en el fondo como lo amaba tanto viene a disculpar su comportamiento achacando toda la culpabilidad a la política expansionista de Bismarck y su ideal de la gran Alemania. En opinión de la protagonista estos ideales supremacistas y de moral alemana que tan graves consecuencias trajeron a Alemania desde el siglo XIX aún en esa época (lo años setenta del siglo XX) persistían y eran motivo de preocupación.
En mi opinión es esta especie de revisionismo histórico realizado por el novelista la principal finalidad que persigue con este relato. De Bernhard Schlink he leído "El lector" y he visto su versión cinematográfica [se puede leer aquí el comentario que sobre la novela y el film hice en este blog]. Son ambas novelas un aldabonazo a las conciencias satisfechas de los alemanes de hoy sobre su propia historia reciente o, al menos, no tan lejana. El novelista viene a decir que el imperialismo alemán derivado luego en nacionalismo al principio de apariencia democrática desembocó en el terrible nazismo. Toda Alemania es culpable de esta deriva, desde Bismarck con la guerra franco-prusiana pasando por el genocidio del pueblo herero en África, la Primera Guerra Mundial de final humillante para el país alemán que intentó resarcirse con su expansionismo supremacista brutal de la Segunda Guerra Mundial bajo el paraguas de una ideología terrible: el nazismo. Schlink viene en estas novelas a decir que todos son culpables de lo que pasó y que esta verdad es necesario asumirla aunque sea incómoda. 
Dado que la novela va dirigida a un público alemán entiendo que el novelista no tiene necesidad de explicar aspectos que para un escolar de cualquier instituto del país es archisabido (Bismarck, el emperador Guillermo II, el colonialismo en la actual Namibia, la Primera y Segunda Guerras mundiales, el nazismo, las dos Alemanias, la reunificación...). Es por ello que no precisa explicar lo obvio aunque, quizás, para un lector español resulte complicado entender ciertas cuestiones. De todas maneras el novelista sustituye la explicación profesoral por elegantes referencias mediante citas intertextuales a obras literarias y filosóficas. 
Frecuentemente omite el nombre del autor e incluso de la obra literaria -de ahí la elegancia que señalo- haciendo la citación exclusivamente del personaje: Julián Sorel ("Rojo y Negro", Stendhal), Félix Krull ("Confesiones del estafador Félix Krull", Thomas Mann), Madre Muerte (título de un cuento de los hermanos Grimm), etc. Utiliza estas referencias para, de manera metonímica,  caracterizar a veces a sus personajes. Otro tanto realiza cuando para justificar el comportamiento de alguno de ellos hace uso de las enseñanzas que recibió: 
"Cuando leía se impacientaba enseguida, pues le parecía que la acción podía desarrollarse con mayor rapidez hasta su objetivo, o el pensamiento de forma más directa hasta su conclusión. Su preceptor había mencionado a Nietzsche, la muerte de Dios, el superhombre y el eterno retorno, y Herbert esperaba encontrar respuestas a sus preguntas en Nietzsche."

De su estilo es destacable el perspectivismo del que se sirve para construir y completar a sus personajes principales. La propia estructura en tres partes con un narrador diferente en cada una de ellas (externo omnisciente en la primera, testigo presencial en la segunda, y la primera persona directa en la tercera parte epistolar) crean en el lector el efecto de construcción demorada, acumulativa y como por suaves oleadas. Esta manera de realizar la narración es deliciosa y subsume al lector en su interior. Si a esto unimos la manera delicada y como de pasada de presentar la realidad que rodea al personaje, con pequeñas referencias, semejante a la construcción a base de simples enumeraciones tipo breves brochazos de un cuadro impresionista o puntillista ("¡La de cosas que se podían ver y oír sin la distracción que suponía conversar! La hierba y las flores, las hojas de los árboles, algunas verdes y otras rojas, los escarabajos, el canto de los pájaros, el viento entre las ramas… El olor de la madera resinosa y recién cortada y el de los troncos mohosos, caídos hacía tiempo; a finales de verano, el olor a setas y en otoño el de hojas descompuestas."), el disfrute durante el acto de lectura es grande, inmenso.

Hay mucho culturalismo en el relato. No sólo de naturaleza literaria como el ya comentado sino también pictórico: 

"Admiraba cuadros de cuando era joven y por sí sola había descubierto el arte: de Anselm Feuerbach y Arnold Böcklin, pasando por los impresionistas, hasta llegar a los expresionistas. Una de sus obras preferidas era La ejecución del emperador Maximiliano, de Édouard Manet."
Y nada hay gratuito en esta narración, breve de por sí. Esa referencia al emperador Maximiliano pintado por Manet encontrará su verdadero sentido al final del relato que, naturalmente, no voy a descubrir aquí. Sólo diré que enlaza con una referencia al sentido moral, ético, tan preconizado hoy (hipócritamente muchas veces, cierto es) y que en esta novela viene a cuestionarse un tanto dado que la moralidad surge de un claro sentido supremacista de los unos frente a los otros:
"—Os preocupa la moral, ya lo veo —respondía ella, con una mirada colérica—. Quien moraliza quiere grandeza y, al mismo tiempo, comodidad. Pero nadie es tan grande como la moral que va preconizando, y ser un ser moral nunca ha sido fácil."
Por último quisiera destacar la simbiosis que en algunos momentos del relato se realiza entre naturaleza y comportamiento humano, esa comunión del personaje con el paisaje ("A veces le temblaba la mano dentro de la mía. Poco a poco, el líquido del gotero se fue acabando. Poco a poco, afuera fue oscureciendo."). 
ConclusiónLectura deliciosa de una novela preciosa, bonita, delicada, que al tiempo es profunda y enjundiosa. Una novela que aborda asuntos serios como el origen y circunstancias subsiguientes explicativas de la deriva de una nación; la conquista personal de la libertad personal por parte de una mujer en una sociedad dominada por hombres;  la diferente vivencia del amor dentro de la pareja ("en el amor, el otro nunca está disponible."); el peligrosísimo supremacismo moral; los anuladores convencionalismos sociales... Y todo envuelto en un estilo cadencioso, rítmico, tranquilizador, bello, hermoso, cuidado, en perfecta comunión y consonancia con los motivos que se tocan en esta narración.
Si hubiera de seleccionar una frase de la novela "Olga" de Bernhard Schlink que sirviese de compendio de toda ella sin duda alguna elegiría la siguiente: 
"La historia no es el pasado tal como fue realmente, sino la forma que le damos."

Volver a la Portada de Logo Paperblog