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"Olor de Colònia" de Sílvia Alcàntara

Publicado el 09 octubre 2010 por Jmbigas @jmbigas
Hoy quiero comentaros una novela maravillosa que he terminado recientemente. Se trata de Olor de Colònia, de la autora catalana Sílvia Alcàntara. La mala noticia para algunos es que el libro está publicado en catalán, y, que yo sepa, no hay planes inmediatos de traducirlo al castellano para su publicación, a pesar de que ha tenido un buen éxito relativo (venta de unos 40.000 ejemplares, por lo menos).De todas formas, el tema y su desarrollo me parecen apasionantes, y me han animado a escribir este artículo.Durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, a las orillas de algunos ríos catalanes (por ejemplo el alto Llobregat) florecieron fábricas textiles que aprovechaban la energía del río para su producción, a la vez que utilizaban el agua para los diversos procesos.Junto a muchas de esas fábricas se desarrollaron las llamadas Colonias, que eran pequeños pueblos, habitualmente muy cerrados, donde vivían los trabajadores de la fábrica (y los encargados, y los directores). Disponían de los servicios básicos necesarios, para que nadie tuviera que salir de la Colonia para las cosas más habituales. Había tienda de conveniencia (el famoso colmado o tienda de ultramarinos, que vendía de todo), una escuela (habitualmente de monjas) y en algunos casos hasta un convento, una iglesia. Había un bar, y seguro que una peluquera, una modista, un carpintero, algún albañil.Siempre había el amo, el dueño de la fábrica, que aparecía por la Colonia una mañana de vez en cuando, para reunirse con el director (que vivía en permanencia en la Colonia) y analizar la marcha de la fábrica y de la Colonia entera, y tomar las decisiones pertinentes.Porque el amo era también el dueño de la Colonia. Todo dependía de su voluntad. Las viviendas eran de diversos tipos, atendiendo al puesto que ocupaba cada uno en la fábrica. Y había por lo menos un par de chalets (de torres, como ya conté en otra ocasión). Uno de ellos era para el director y su familia, y el otro era el del amo, al que raramente acudía.El derecho a una vivienda de cierto tipo venía asociado al nivel del puesto desempeñado en la fábrica. Por lo que las mudanzas intra-Colonia eran frecuentes, al hilo de los ascensos dentro del escalafón de la fábrica. Pero si moría algún cargo que hubiera que sustituir, la viuda y sus hijos debían abandonar la vivienda, para dejar paso a su sucesor y familia.Todo ello daba un entorno social sofocante, agobiante. Porque la gente que vivía allí se pasaba el día con sus vecinos, en la fábrica, en el bar, en la tienda o por la calle. Lo que daba pasto a un nivel de curiosidad por lo ajeno, de cotilleos y de maledicencias que no conocía límites. Los hijos e hijas de las diversas familias era habitual que, a su vez, se unieran entre ellos, prolongando y fortaleciendo ese tejido social a lo largo de los años.La novela recorre la vida en una de esas Colonias durante una veintena de años (más o menos, 1950-70). Y refleja colosalmente bien ese ambiente asfixiante. El catalán se utilizaba habitualmente a nivel verbal por parte de todo el mundo, pero el estudio y las manifestaciones escritas derivaban a la lengua formal, al castellano. Este tema está sugerido en la novela, pero es perfectamente reconocible para los que conocimos algo de esa época.En un entorno social tan cerrado, las rencillas, las envidias, los amores que se acabaron trocando en bodas alternativas, los rumores, el miedo al qué dirán, son el pan de cada día. Y la perfecta estratificación en clases, según la posición ocupada en la fábrica, es tácitamente respetada por todos, como una ley inmutable.

Sílvia Alcàntara
(Fuente: vilanova.cat)

Sílvia Alcàntara vivió casi toda su infancia y adolescencia en una de esas Colonias, hasta la edad de veinte años. Y demuestra conocerlas muy bien.La autora utiliza giros del catalán semirural, de los que algunos se han perdido o han caído en desuso en el catalán normado y urbano de los últimos años, que resultan muy entrañables. La gente, a menudo arisca, que habitaba esas Colonias (y muchos pueblos de la Catalunya Interior), lo decía todo en muy pocas palabras, y sentenciaba las situaciones con una frase. No me resisto a comentar algunas.El safareig viene a ser el lavadero, que podía ser privado o público, y muy habitualmente era en el lavadero comunal donde se juntaban las mujeres y allí corrían los rumores, y se ponía a caldo a los que no estaban. A toda esa actividad de cotilleo se le llama fer safareig (hacer lavadero). Qué economía de palabras.Cuando un padre (o una madre) quería mucho a uno de sus hijos (o hijas), normalmente por encima y en detrimento de los demás, se dice que n'estava molt del fill (filla). La traducción literal aporta muy poco (algo así como estaba mucho del hijo/hija). Imposible traducirlo manteniendo la misma economía de palabras.O, por ejemplo, cuando dos personas se relacionan mucho, tienen una buena amistad, comparten cosas, se dice que es fan molt (se hacen mucho). De nuevo, imposible reflejar todos los matices sin utilizar frases más largas. Del mismo modo, cuando no tenían ninguna relación, y había enemistad, se dice que no es feien gens (no se hacían nada).La novela refleja la acritud que crece en las personas y entre las familias por vivir con esos niveles de dependencia (del amo, del director, del encargado, de las monjas, de los vecinos). La amistad y camaradería de una de las monjas jóvenes con una alumna se califica con rapidez como algo que nadie nombra, pero que está en todas las murmuraciones. Y que para la madre superiora es una tendencia pecaminosa. Que dejará de hablarse de ello, pero que nunca se olvidará.También hay fraudes, estafas, asesinatos. Raptos, celos, cuchilladas, como se decía en El Huésped del Sevillano. Y muchas mentiras que han cruzado los tiempos, hasta que les llega su hora. Y amores lícitos, ilícitos y mediopensionistas; hijos bastardos y sexo vicario.La novela está muy bien escrita, y la trama perfectamente hilvanada y tejida. Los tiempos cambian, los críos crecen, los abuelos mueren, unos progresan y otros tienen que irse. La Colonia es una microsociedad, pero ahí dentro se da también todo lo que sucede fuera, en la sociedad de verdad. Sólo que con mucho mayor dramatismo. En la Colonia todo se magnifica (uy, que esto me suena ya a otra cosa...).Si podéis abordar la lectura de un libro en catalán, aunque sea con cierto esfuerzo, os recomiendo vivamente este Olor de Colònia (Edicions de 1984, 2009, 18Euros).Su lectura es un tiempo muy bien empleado.JMBA

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