Revista Cultura y Ocio

Olores

Publicado el 19 agosto 2014 por Elarien
OloresHuele a jazmín. El olor sube por la escalera a través de la ventana abierta del descansillo. El arbusto está justo debajo. Las flores se abren en busca los primeros rayos del sol. La luz avanza por la pared encalada sin llegar a cruzar el umbral de la casa.
La dulce fragancia se cuela por el pasillo entre las manos de la tita. Se reparte por el salón en penumbra. La luz entra la puerta de cristal esmerilado y por una rendija de la cocina en la que se oye trajín de platos. Huele a pan, aceite crudo y leche hervida.
Más tarde la casa sabrá a guiso: a salsa de almendras picadas y azafrán, a vino al evaporarse, a cebollas dulces pochadas, tomates, pimientos y carne, a pastel y al merengue de las claras al cuajarse en forma de nubes en la leche caliente de las natillas antes de rociarlas con canela.
En el patio las sábanas limpias desprenden el perfume del jabón mientras se secan al lado de las parras. Los racimos de uvas crecen envueltos en mosquiteras. Rezuman azúcar y un enjambre de avispas revolotea desesperado a su alrededor. Son presa fácil, insaciables y borrachas caen una tras otra en las redes del hermano y sus secuaces.
El polvo en suspensión, los fragmentos de ladrillo y los gránulos de tierra invaden las naves abandonadas. Están llenas de restos: vigas en ruinas, marcos de hierro, puntas de clavos y sacos de yeso. Los hierbajos se abren paso entre las grietas. Fuera esperan las margaritas, se esconden las campanillas y me arañan las piernas unas matas salpicadas de florecillas amarillas.
La tierra mojada huele a pradera recién regada. Al lado de las moreras la manguera suelta agua. Arranco una pera de su rama y muerdo su carrillo rosado tras lavarla. La boca se me inunda de almíbar mientras las gotas de su esencia se deslizan por mi piel.
Olor a campo, a olivos, a piscina. Ruido de ruedas que se acercan a la hora de la merienda con sabor a azúcar sobre tortas bizcochadas de aceite. Olor a noche, a eucaliptos, a era, a estrellas fugaces y deseos con la voz ronca del abuelo. Sueños impregnados del olor de los recuerdos.

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