Inventé el término "OLUDIS" durante mi época de activismo sindical, ya felizmente superada por causas tan prosaicas como la jubilación laboral, para referirme a las pretensiones empresariales de convertir a sus trabajadores, a los trabajadores privados y públicos españoles, en "Objetos Laborales de Uso Discrecional". Esa pretensión la ha llevado a efecto, sin fisuras, la reforma laboral del Partido Popular, pero tiene, a mi juicio, su origen último en el clamoroso fallo de la educación, por un lado, y de la clase política en su conjunto, por otro.
Sobre el fallo, o catástrofe, de la educación española publicaba el pasado día 23 en El País un interesante artículo el escritor y profesor de Estética de la Universidad Pompeo Fabra de Barcelona, Rafael Argullol, titulado "Sin crítica no hay libertad". ¿Qué estímulos recibe el aprendiz de ciudadano para inclinarse hacia el rigor y el esfuerzo, se pregunta. En la llamada "vida pública, dice más adelante, aprendemos a forjar el analfabetismo educativo. Y hay algo peor que la corrupción, y es la ignorancia autosatisfecha, añade.
Sobre la clase política española escribía en septiembre pasado, también en El País, el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y exministro de Cultura en el gobierno de Rodríguez Zapatero, César Molinas, un artículo muy duro y crítico, titulado "Una teoría de la clase política española", que suscitó numerosas reacciones, tanto de la derecha como de la izquierda, por todos aquellos que de alguna u otra manera se sintieron aludidos. ¿Cómo es posible, se pregunta, que tras cinco años de iniciada la crisis ningún partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que está pasando en España? ¿Cómo es posible, añade, que ningún partido político tenga un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis? ¿Cómo es posible, continúa, que la clase política española parezca genéticamente incapaz de planificar? ¿Cómo es posible, vuelve a preguntarse, que esa misma clase política sea incapaz de resultar ejemplar? ¿Cómo es posible que nadie, salvo el Rey, y por motivos propios, haya pedido disculpas? ¿Cómo es posible, termina, que la estrategia de futuro más obvia para España -la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y emprendimiento y el apoyo a la investigación- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios?
Preguntas sin respuesta para las que propone, entre otras, una reforma urgente de la ley electoral que destierre el sistema proporcional al baúl de los recuerdos y recupere uno mayoritario en la que el representante responda individualmente ante sus electores. Algo que yo también vengo defendiendo, sin éxito, en cuantos foros me es posible expresarme.
Como colofón de la entrada les invito a disfrutar de la entrevista que el gran periodista Iñaki Gabilondo realizaba en Canal Plus al también periodista y fenómeno mediático Jordi Évole sobre los temas anteriores, y otros muchos, de los que hablamos y padecemos los españoles. La pueden encontrar en YouTube. Y sigo sin meterme con el gobierno. Solo es una tregua por las fiestas navideñas. Prometo volver. Tamaragua, amigos. HArendt