Revista Sociedad

¿Olvidar lo vivido?

Publicado el 07 julio 2020 por Salva Colecha @salcofa

La verdad es que no soy demasiado de ver la tele, igual porque mi subconsciente intenta evitar que lo atormenten a base de espantos o puede que porque en mi casa todavía está totalmente colonizada por los canales de dibujos animados (que oye, muchas veces son los más recomendable) y más ahora que, como ya es todo normal, nos ha vuelto el futbol hasta en la sopa (lo siento, uno no es muy futbolero, ya lo sabes). Pero no creas que estoy ¿Olvidar vivido?libre de la prensa hidráulica de esa que te incrusta las ideas del grupo mediático de turno hasta que llegas a creer que son las tuyas propias, mi radio hecha humo todo el día y eso es peligroso en estas fechas porque si aparece “la canción del verano” la hecatombe neuronal está servida, menos mal que gracias a este verano peculiar parece que saldremos indemnes de ello. Pero a pesar de no ver demasiado la tele he caído en la cuenta de algo un tanto extraño, seguro que tú también te has percatado de que los anuncios de un tiempo a esta parte están ¿Olvidar lo vivido?volviendo a ser lo que eran, ya sabes, coches, compra esto compra aquello y entre una cosa y otra, unos señores que venden alarmas empeñados en volverte esquizofrénico paranoide perdido. Parece que todo vuelva a ser lo que era y teniendo en cuenta que los publicistas son personas muy inteligentes que nunca hacen las cosas porque si, algo está pasando cuando vuelven a vendernos eso de la libertad, los espacios abiertos, el comprar y comprar en esta sociedad en la que todo es objeto de trapicheo, en la que dicen que compres aquello porque te hará más feliz, lo de siempre, como si nada hubiese pasado ya.

Si te has dado cuenta, los anuncios siempre van un paso por delante. Son capaces de vendernos algo que como decía Jobs “todavía no sabemos que

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necesitamos”. Bueno, lo dicho, ahora nos ofrecen envuelto en papel de celofán y con un lacito un producto nuevo, la normalidad. Lo hacen porque saben que somos animales de costumbres y necesitamos creer en que volverá aquello que conocemos, aunque en el fondo sepamos que nada será igual. Pero nuestra cordura anda ansiosa por creer en ello, de eso se valdrán los señores del anuncio. Están para ello, para vender y ahora que andamos en horas bajas y somos un poquitín más débiles se lanzarán como buitres a por nosotros, a llevarse los restos del naufragio.

Estos meses hemos vivido situaciones muy difíciles y traumáticas en las que han temblado los robustos cimientos de esta sociedad tal y como la conocemos. Nuestro castillo de arena se ha desmoronado dejándonos  las

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ruinas mientras continuamos recibiendo como respuestas a nuestras necesidades mentiras y promesas vacías una vez más.  Nos hemos llevado el tortazo del siglo al descubrir que todo aquello en lo que creemos puede caer en cualquier momento. Nos hemos quedado llenos de cicatrices tan profundas como grietas de glaciar y con una mascarilla que nos acompaña a todas partes para recordarnos que esto no fue una pesadilla, que un virus nos separó de todos, en algunos casos para siempre. Pero no temas. No dudes que entre la publicidad y los mensajes institucionales que recibiremos van
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a intentar que todo vuelva a la normalidad, a la de antes, al gasto y todo eso. Pero no podemos permitirnos el lujo de olvidar las vidas que se han destruido y el desastre que nos ha quedado por culpa del fracaso de un sistema que ha dejado de lado a los más vulnerables y sobre todo a nuestros mayores. Por tanto más vale no olvidar que ocurrió estos meses pasados, no vayamos a acabar en el mismo punto de partida. Aunque nos vengan con el aparato de limpiar recuerdos de los Men in Black.

Ahora nos hablan de nueva normalidad cuando esto no es normal, no puede serlo. No podemos aceptar como normal eso de que un virus nos haya puesto una linda mascarilla, haya recortado nuestros derechos más básicos y hasta nos haga

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sentir miedo al cruzarnos con alguien por la calle. Pero es que lo anterior tampoco lo era visto como ha acabado con la llegada del bichito de marras que ha hecho caer como un castillo de naipes, en sólo unos meses todo un sistema social creado a través de los siglos. Una vez más intentarán borrarnos los recuerdos para que todo siga igual, para que volvamos a las andadas. Si lo consiguen habrán ganado, no tendremos nada a lo que agarrarnos si alguna vez volvemos a pasar por algo parecido. Puede que no sea ahora, puede que no te afecte. Pero igual es dentro de unos años y entonces seas uno de los ancianos que acaban abandonados a su suerte. ¿De verdad podemos permitirnos el lujo de olvidar?


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