En Nizwa paramos un taxi compartido para que nos lleve a Balha. Pactamos el precio y partimos. El taxista es un omaní amable y educado, como suelen ser. Deja al pasajero que venía con él a un par de kilómetros y compra en la farmacia medicamentos para sus hijos. Tiene 3 y él cumple hoy 36 años.
Le deja a un vecino la bolsa para que se la lleve a su mujer y en unos 30 minutos llegamos a Balha, que se encuentra a 40 km de distancia. Esta ciudad es de las más antiguas del Sultanato de Omán. Su fuerte es un impresionante complejo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987.
Entramos por el palacio que hay en la fortaleza donde podemos apreciar las estancias que se recubrían con alfombras y objetos típicos en hornacinas, ahora vacías.
Hay alguna que otra puerta labrada restaurada. Falta algo de información en el museo pues no hay paneles explicativos. Pero su exterior es muy atractivo.
Lo que realmente destaca del exterior es su recubrimiento de adobe color arena y perderse por sus recovecos te transporta a mundos exóticos, te permite disfrutar de la fotografía.
Vemos una prisión, la mezquita y una zona de baños. En alguna zona, la reforma del complejo hace que a veces peque de nuevo y le quita un poco el encanto. Pero vale la pena visítalo.
El taxista que nos espera fuera ha estado entretenido con el señor de la taquilla hablando. Son gente afable y comunicativa. Seguimos nuestro trayecto rodeados de un bello paisaje entre las Montañas Hajar y sus palmerales.
A 10 km se encuentra el Castillo de Jabrin, sobre una planicie. Este fuerte es uno de los mejores preservados de Omán. De color rojizo, contrasta con el verde de las palmeras.
Construído en 1675, fue un importante centro de estudio de astrología, medicina y de la ley islámica.
Nos llama la atención su almacén de dátiles. El zumo de este fruto corría por los canales listo para cocinar o asistir a las mujeres embarazadas en el trabajo.
Los canales (falaj en árabe) no eran utilizados para transportar agua, sino también como medio de aire acondicionado, para refrescar las estancias.
Los aposentos del castillo están ricamente decorados con mobiliario antiguo y objetos y las vigas de madera de sus techos, pintadas con motivos florales.
Hay múltiples habitaciones: la del sultán, la sultana, la de invitados, el pequeño cuarto de secretos (najwa), la biblioteca, la sala de estudio del Islam...etc.
También podemos ver las cámaras funerarias donde se encontraban los Imanes de la época. El castillo consta de tres pisos y una terraza desde donde podemos un lindo paisaje de montañas y palmerales.