Tras comer en Koenji tomamos un mini bus que nos lleva por las estrechas calles de este fenomenal barrio residencial hasta el Templo Omiya-hachimangu una maravilla de templo sintoísta al que rara vez acceden los turistas por estar alejado de las rutas turísticas al uso.
Cuando te bajas del autobús, te encuentras con el Tori
del templo en un largo y ancho corredor de un parque cercano donde podemos oír las risas de los niños pues a un lateral está la piscina pública. Por el paseo llegas hasta la entrada del templo, con su majestuoso edificio principal donde la gente de alrededor acude a rezar casi a diario según nos comenta un amable monje.Tenemos la suerte de poder ver dos ceremonias en el templo, por un lado una especie de rito de purificación donde quitan los malos espíritus donde las personas que la llevan a cabo rezan y hacer ofrendas al dios del templo. Esta ceremonia además incluye una serie de bailes y danzas que nos gustaron mucho.
Por otro lado casi cuando salíamos vimos una boda,
los novios iban vestidos como en España y los invitados también, sólo cambiaba un poco el escenario donde todo se llevaba a cabo.En un lateral del templo se puede observar un camino de Toris parecido al de Fushimi Inari en Kyoto pero más pequeño. Estos Toris son ofrendas que realizan las personas o las empresas al dios del templo por haberles concedido algún favor.
Ha sido una visita agradable, sobre todo por la tranquilidad del lugar y esa emoción que siempre tenemos los viajeros independientes cuando sabemos que en el lugar donde estamos no suele haber turistas …
También nos encontramos una cosa muy curiosa, tienen un apartado, donde hay muchas piedras muy grandes con nombres grabados, según nos contó Michiko, es porque hacen como una especie de concurso a ver quien lanza la piedra más grande más lejos….