Revista Cultura y Ocio

Ommadawn

Por Calvodemora

Busco la sangre y encuentro el polvo.  El polvo que desplaza los astros y traza un mapa invisible en el aire que siguen los iniciados secretamente. Se busca el orígen y encontramos el fin aleteando como un pájaro imposible, hecho de aristas y de fragmentos, citado por los poetas, negado por la ciencia, elegido por los dioses, elogiado por los hombres. Voy a por Dios y hallo un pulso de luz que tiembla si lo toco y me pronuncia salmos que no entiendo, que me aturden y me llenan. Vienes a por mí y das con lo que no se explica, con el contradictorio, con el alucinado, con el postrimer, con el que dio con el polvo y vio el fin y abrazó la luz y salió herido. Estás aquí ahora conmigo, me miman tus manos sin geografía, me gana tu amor celeste, el amor vulnerable, el izado a costa de los verbos y de los adjetivos que construyen catedrales y alfombran el cielo de ángeles impuros, de cuerpos que se abren y piden otro cuerpo que los atraviese en mitad de la noche. En realidad lo que único ando buscando es un sentido a lo que no hago. Las manos con las que urdo el trabajo y las manos con las que no lo rindo. El poema a medio hacer. El universo sin cerrarse. Toda esta hendidura que soy ofrecida como una evidencia del fracaso de mi empeño. Todo este tiempo que me va abandonando y toda esta belleza de la que me alejo. Busco la sangre y encuentro el polvo. El polvo metafísico de los días del abismo y de las noches del caos. El polvo que cifra el mundo cuando me vierto en el centro exacto de las cosas. Este catálogo incesante de acometidas. Este libro sin compás ni estruendo que manuscribo sin que concursen las palabras.

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