Revista Cultura y Ocio

Once cosas (Premio: The Infinity Dreams Award)

Publicado el 29 abril 2016 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_
The Infinity Dreams Award... OMG!The Infinity Dreams Award… OMG! What’s going on here?!

Se lavó la cara frente al espejo y observó las canas que empezaban a conquistar su rostro (1). Hace casi quince años, dejaba que la barba creciese para parecer más mayor; hoy le parecía una estupidez, pero también un hábito adquirido.

Como cada mañana, se calzó unos tejanos y las botas de montaña y sacó a pasear a los perros con su chica. A primera hora no caminaban mucho, pero era su momento favorito del día: en familia, un concepto que nunca imaginó que se volvería tan importante en su vida (2).

Javier Ruiz, en Horta-Guinardó

Al volver hacia su casa —ahora residía en una de esas antiguas casas de principios de siglo que todavía sobreviven a Barcelona—, se cruzó con el vecino, quien le regaló un sobre de jamón serrano envasado al vacío. Él suspiró con una sonrisa: le había explicado cien veces que era vegetariano (3), pero el anciano se resistía, así que lo agradeció con una sonrisa.

A media mañana, dio tregua al teclado por unos minutos. Preparó café. Fue al baño. Persiguió a los gatos hasta la terraza y volvió a sumergirse a través de los contenidos web del proyecto que debía terminar esa misma semana (4).

Ese jueves no salió a buscar una lata de cerveza al supermercado de la esquina; desde que trabajaba solo en casa, le apetecía menos. Aunque le seguía encantando la cerveza, ¡por lo menos había probado mil marcas distintas!, y se relamió al recordarlo (5).

Javier Ruiz - Nevermind (BCN)

A las tres de la tarde se levantó de la silla del ordenador, aunque lo había hecho algunas veces más a lo largo de la mañana. No solo para beber o fastidiar a los bichos, sino también para evitar que la hernia de disco (6) se le volviese a inflamar.

Esa era su jornada: de ocho a tres, y ahora tocaba comer algo. Se atusó el pelo nervioso. No era mal cocinero, pero nunca sabía qué comer (7), y tampoco le preocupaba lo suficiente como para planificarse un poco más. Mientras devoraba un plato de sopa y unas croquetas de setas acompañadas de lechuga y tomate, se dedicó a ponerse al día con algún título de esa larguísima lista de series americanas que pervivía frente al ordenador: le encantaba la buena televisión, casi tanto como el cine (8).

Después de sacar a pasear a los perros, escribió un rato (9). Las mañanas eran mejores, pero no siempre podía robar el tiempo suficiente al trabajo, por muy flexible que fuese su jornada. Ese día no salió nada de provecho del bolígrafo —tantas horas de trabajo en el ordenador, le habían pegado la curiosa manía de escribir las cosas importantes en libretas—, así que apartó dos grandes montículos de novelas y ensayos que amenazaban con conquistar la mesa, y escogió El temor de un hombre sabio, de Patrick Rothfuss, para terminar de releerlo (10).

Dana (mirada)

Un buen rato más tarde, se descubrió a sí mismo mirando el teléfono de reojo. Entonces, sonó una alarma totalmente innecesaria que había programado para las cosas importantes. Recogió su equipo de kendo y se escapó hacia el gimnasio donde entrenaba (11). Al volver escribió esto, lo releyó un par de veces y pensó en destriparlo con saña, pero una promesa es una promesa.

 WTF? ¿Qué es esto?

Esto es el The Infinity Dreams Award, ¡que no sabéis nada! Un premio —en cadena—   que un blog da a otros once blogs para que sus lectores los conozcan.

Las bases son:

  • Citar el blog que te mencionó en primer lugar
  • Escribir once cosas sobre ti
  • Mencionar a otros once blogs que, en este caso, pueden (¿o deben? no me ha quedado claro… ¡soy pésimo en esto!) hacer lo mismo

Pero bueno, yo lo sé de puñetera casualidad también, así que solo os diré que el mío llegó a través del blog de relatos de la escritora venezolana Jhoanna Elizabeth Bolívar, quien escribe en Mundo relatos y a quien le agradezco mucho la mención.

Ahora hay que mencionar/nominar a once blogs. Ahí van los míos:

  • Viajando por un sueño, blog mochilero de mi tan querido como odiado amigo Pipo y su chica, Carol, quien no sabe elegir a los hombres
  • Que haces quéde kendo y de iado, y de algo más. ¡Para que la gente se entere qué hacemos!
  • Ezcritorun blog que, de lejos, parece que lo escribe una persona terriblemente perturbada y con graves problemas de exhibicionismo y, de cerca, me da miedo mirar.
  • Imaginarse a Sísifo feliz, que se parece al mío pero bien escrito, y eso mola: actualidad, opinión, cine…
  • Scientia, porque está escrito para que los tontos tíos/tías de letras entiendan la ciencia.
  • Nasuasobre fauna salvaje y conservación del medioambiente que empezó a seguirme él, pero terminó por conquistarme a mí.
  • Pienso en amarillo, al que me escapo de vez en cuando para echar un ojo, aunque yo no sea tan romántico como su autora.
  • Ataque al poder, en el que a menudo me encuentro que no estoy del todo de acuerdo, pero cuyo espíritu a veces envidio.
  • En busca de una segunda oportunidad; que ya es famoso por derecho propio: temas de animalismo y, sobre todo, de adopción de perros y de gatos.
  • Puntadas sin hilo, de Arturo González, que de pequeño me daba un poco de miedo en la tele, pero con cuyas opiniones me podría acomodar.
  • Obligo a fumar a todos mis amigos, de la fotógrafa Ángela Buron, que (creo que) conocí (digitalmente) porque se pasó por aquí en algún momento, y cuyas composiciones me enamoran.

Eso sí, que conste que, como se suele decir, ¡una y no más!


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