One cut of the dead es una reciente producción japonesa que ha recogido varios premios en su andadura por festivales. Se trata de una película que utiliza una continua auto-metarreferencia como leit motiv. El asunto trata de un grupo de cineastas que filma una película de zombies en un solo plano secuencia, con un presupuesto ínfimo y unos recursos muy limitados. La primera media hora nos ofrece esa película del tirón, mientras que el resto del metraje se reserva para dar a conocer a los protagonistas y para desvelar el making-off.
Estamos ante una propuesta descacharrante, que se beneficia de cierto componente entrañable en cuanto a la precariedad de medios que ha hecho de la necesidad una virtud en infinidad de películas de terror. La improvisación, las dificultades a la hora de manejar la cámara, la cutrez inherente a los efectos especiales... todos los obstáculos a los que se enfrenta un equipo amateur queda reflejado a la perfección en la película. Esto da lugar a unos cuentos momentos impagables que a buen seguro harán reir a cualquier espectador conocedor de los avatares que conlleva una película de pobre presupuesto. Por tanto, es muy probable que los aficionados al género sepan apreciar muchos de los detalles que el particular equipo de grabación despliega ante nuestros ojos.
Con lo dicho, «One cut of the dead» encierra varias películas en una, siempre con un tono de comedia amable y cierto tono surrealista del que suelen hacer gala muchas producciones asiáticas. El truco de enseñar la película terminada primero, y lo que hay detrás de las cámaras después, funciona extraordinariamente bien, aunque creo que de haber invertido el orden la película no lo habría acusado en absoluto.
Mi único problema viene por el bajonazo de ritmo que supone el segundo tramo, en el que el foco se acerca a todos los participantes en su vida real y que, aunque sea necesario, supone un parón en el tono humorístico y corta un poco la dinámica sorprendente que llevaba la película hasta ese momento. Los actores cumplen con creces, resultando sumamente creíbles en las dos encarnaciones que desempeña cada uno.
La sensación que me quedó tras su visionado es que «One cut of the dead» podía haber sido mucho más, aunque ya está bien como está. Lo que es indudable es que esta modesta producción es una sorpresa muy agradable, que apela a la inventiva como método para solucionar problemas, y que sabe tocar la fibra de los cinéfilos con una estructura original, divertida y sincera. Solo por ello ya merece mi aplauso.