Revista Cine

One Day

Publicado el 15 enero 2013 por Nacho_c

Hay personas que tienen algo especial. Son extraordinarios en algo. Aunque a veces con ser muy buenos es suficiente. Y esto abarca un abanico muy amplio, desde el que hace una obra de arte hasta el mejor sexador de pollos del mundo. Son personas con una habilidad que les hace únicos y a veces ricos, y a lo largo de la historia ese lugar lo han ocupado varios y se les ha pintado de diferentes maneras.

En una época eran los cazadores, de manos duras. Luego los chamanes, curanderos, jefes de la tribu. Estaban los dioses antiguos y los clásicos, con sus poderes, y los mitológicos, los que castigaban y premiaban, los que se enamoraban y luchaban. Eran las brujas, que podían volar y transformar las voluntades. Eran los duendes y los gnomos y los incubus los que estaban a su alrededor y el populacho el que se arredraba.

Luego estaban los guerreros precolombinos, medievales, los cruzados, los héroes, los cantares de gesta y el Cid, que incluso muerto sobre su caballo era capaz de ganar batallas. Y luego eran los conquistadores. Héroes altos, grandes, de espaldas fornidas y barbas hirsutas. Castillos sobre caballos con corazas plateadas.

Fueron los santos, sufridores de terribles martirios, comidos por los leones y levitadores que tocaban a Dios con las yemas de los dedos como si estuvieran en la Capilla Sixtina. Se bilocaban y extendían la palabra de Dios entre los salvajes hasta que su lengua se convertía en reliquia.

Los reyes eran tocados por la Gracia divina y sobre ellos sólo estaba el Emperador. El Rey de reyes. Sus tierras, su derecho de pernada, sus posesiones, sus venados y su pan de oro, su corona y las pieles. Elevado, erigido como una estatua de 50 metros de granito bien asentada sobre los hombros de la plebe.

Y también hubo hombres venidos de las estrellas, picados por arañas, objetos de experimentos radiactivos, protagonistas de comics y poderes a cada cual más inútil y que conllevaba un vestuario más ridículo. De las botas de la guerra a la mallas de colores chillones. Del halo refulgente sobre sus cabezas a los ingenios tecnológicos y un disfraz. Y ahora… ahora con jugar al fútbol basta. El photoshop les hace tomar cada icono de todos los anteriores y ya son los nuevos héroes. Fabricado, producido, modelado y firmado, Nike.

Pero a veces. En las historias más divertidas. En las más oscuras. Ese don es una penitencia, una condena, los barrotes de hierro que separan al protagonista de un día soleado. Alguien tiene que soportar ese regalo no pedido y del que es esclavo. “Perdidos” era básicamente eso, y “One Day” también. Un corto sencillo, de animación, de preciosos paisajes y muy cercano a la ilustración acrílica. De Joël Corcia, Bung Nguyen, Thomas Reteuna, Laurent Rossi y Bernard Som, de la escuela parisina Gobelins.


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