Revista Cultura y Ocio
Érase una vez una ranita encantadora. No, no era un príncipe encantado. Tampoco era cuestión de magos malvados. La ranita vivía atrapada en una de las ramas más altas de un árbol rodeada por un gran abismo. Como todas las ranitas, era calva, no contaba con los cabellos de Rapunzel para salir de allí. En realidad no contaba con casi nada, era chiquitina, débil y un poco cobarde. Una joya de animal, pensaréis. Sin embargo también tenía su corazoncito... Quizá hubiera esperanza para la ranita, quizá sólo necesitara un pequeño empujón. ¿Y si no fuera tan pequeño? ¿Qué podría convertir a la ranita en un héroe?