Es muy bonito el folleto que canta las virtudes democráticas de las Iniciativas Ciudadanas (Citizens' Initiative), firmadas al menos por un millón de europeos.
"Empowering Citizens", dice la portada del folleto, según se ve en la foto, en la que vemos también la estudiosa mirada de la señora o señorita que atentamente parece leer el texto explicativo de esa gran idea.
Una gran idea, pero que parece haberse quedado en ser sólo una idea burocrática brillante, sugerente, animante, participativa y todo lo demás, cuando se ha enfrentado con la realidad. Porque se trata de una idea buena y democrática, que debió dejar a los parlamentarios y burócratas europeos orgullosos de sí mismos, convencidos de que se habían ganado bien el notable sueldo que reciben de los ciudadanos.
Pero hasta ahí llega el orgullo democrático de esos políticos y burócratas. Porque cuando aparece una idea política, democrática, avalada por mucho más de un millón de ciudadanos europeos, esa idea ha sido vetada por la Comisión, en vez de hacerla llegar a la Asamblea Legislativa Europea.
¿Donde queda la hermosa promesa del hermoso folleto en cuestión?
Vista la situación, algo bueno, democrático y cívico debe tener la Iniciativa Ciudadana Europea de One of Us, firmada por casi 2.000.000 de ciudadanos europeos (la mayor petición popular de la historia de las instituciones europeas), cuando resulta vetada (bochada) in extremis, el último día de vigencia de la Comisión Barroso.
La Iniciativa pedía -por razones éticas- el cese de la financiación europea de proyectos de investigación con destrucción de embriones y del aborto en países en desarrollo.
No haré sangre irónica de las solemnes bobadas dichas, en tono moralizante y en pro del "progreso", por parte de algunos miembros de la Comisión, sobre la necesidad dedicar dineros de la ciudadanía europea a los experimentos con células madre y a la promoción explícita y descarada del aborto, incluso en países con legislaciones que no lo permiten.
En todo caso, sucede que de entrada queda patente que esas gentes, por mucho que reciban el entusiático y moralizante apoyo de periódicos que se sienten igualmente "progresistas", no representan ni el mandato explítico recibido, ni la voluntad explícita, ni su acción resulta democráticamente acorde con las promesas europeas. Ni tampoco saben un gran qué de ciencia y de antropología, a no ser que -como si fueran pequeños ideólogos hegelianos- avalen sus "ideas".
Sobre todo, cuando esos periódicos que se "sienten progresistas", necesitan editorializar los titulares para justificarse ante su misma falta de profesionalidad. Así -por ejemplo- titula, como quien no quiere la cosa (a ver si cuela, habrá pensado alguno en la redacción), que "Bruselas rechaza una iniciativa conservadora contra las células madre". Porque si la iniciativa es sin más calificada de "conservadora", entonces está bien que Bruselas la haya rechazado de cualquier modo, incluso antidemocrático, anticientífico y antiético.
Si las políticas de comunicación europeas consisten en prometer algo que no se quiere luego dar, al menos habrá que cambiar esas políticas de comunicación, y decir que "sería" estupendo que una propuesta firmada por más de un millón de personas (en este caso, casi el doble de lo previsto), fuera tenida en cuenta.
Pero no: resulta que hay que decir ideas estupendas, aunque luego la realidad las contradiga. Debe haber por ahí (en Europa y en los medios que se autocalifican como progresistas) mucho hegeliano que piensa y actúa considerando que si la realidad no se corresponde con su teoría, tanto peor para la realidad.
Todo un panorama político y periodístico que -al menos- alguien tendrá que reconvertir a la razón, a la democracia y a la ética. Si es que la democracia y la ética son algo que interesa al menos un poco, como parece que sucede con los europeos que firmaron la propuesta de "One of Us".