Dos series míticas y las más populares del momento. En Bakuman, manga del que hablamos en el primer “Chachi-Comics”, no dejan de hacer mención a ellos como referentes a alcanzar si uno quiere hacer buen Shonen pero ¿cuáles son su claves? y sobretodo ¿cuál es el mejor?
Llámame Hogwarts de la hoja
¡Vaya que sí!
Entrando muy a saco, Naruto es un producto nacido de la enorme ola levantada por Harry Potter. Cambiamos un mago marcado por un poder que le convierte en el elegido, poder que lo hace ser odiado-amado por los que a él se acercan, enfrentado a un rival con la serpiente como seña de identidad, por un ninja (lo que viene a continuación se repite) marcado por un poder que lo convierte en el elegido, poder que lo hace ser odiado-amado por los que a él se acercan, enfrentado a un rival con la serpiente como seña de identidad.
La saga de Orochimaru (la primera y buena) hasta sigue a pies juntillas los patrones de los libros de la Rowling: muertes de mentores por parte de los más malos, exámenes mágicos, la revelación de la importancia de los padres en la marca del prota, una conspiración a nivel mundial por un grupo de oscuros… Los conjuros se sustituyen por jutsus, las varitas mágicas por sellos reproducidos con las manos, Griphindor por La Hoja y Wesley amarga el gesto para convertirse en Sasuke y adaptarse, así, a una de las máximas del Shonen, la “Vegeta-Son Gokuh”
Pero Naruto tiene un valor que sí es admirable en esta etapa y es la estrategia con la que los chavales plantean los combates, estrategia que les hace escapar del habitual “rayo gigante, me escapo, te lanzo yo uno a ti” empleando cada prota, un número determinado de habilidades, que hacen de las batallas algo muy entretenido y digno de ver.
entre jutsu y jutsu me vengo aquí a echar un sueñecito
Cada serie nace con lo que podemos llamar un “equilibrio”, un planteamiento inicial que debe intentar mantener porque, cuando lo pierde, la serie se va al traste y se convierte en… sí, en Dragon Ball. Cuando en una serie la gente empieza a volar y lanzar hadokens, malo. Cuando se vuelven más fuertes cuanto más fuego les sale del recto, malo. Cuando todo acaba convirtiéndose en un “entreno tres días y ya te gano”… peor. Desgraciadamente, Naruto acaba sufriendo de una manera muy violenta el síndrome Toriyama en la saga Akatsuki, uno no sabe muy bien por qué, pero de repente los ninjas dejan de usar la cabeza, aquellos que se suponen que conocen un millón de técnicas, insisten en lanzar rayos por el ojal y los malos… sí, vuelan por el aire, lanzan un rayo de energía y ser cargan la villa de la hoja.
Naruto, en la actualidad, parece intentar volver a los caminos de su primera parte pero le va a costar lo suyo.
¡Voy a ser el rey de los piratas!
One Piece, por otra parte, es el espíritu de Dragon Ball en sus primeros tiempos (cuando era un chaval y la serie era fantástica) pero a bordo de un barco pirata. One Piece es aventura y un mundo inacabable por descubrir, es toparse, continuamente, con el cuartel general del ejercito de la Cinta Roja, siempre con una buena combinación entre exploración y combate, salpicado todo por una buena dosis de humor.
qué bien dibuja el cabrón y que diseños más bien planteados
Luffy es un chaval con una meta: convertirse en el rey de los piratas, es por eso que se va de su pueblo en busca de un barco, una tripulación y una meta: conseguir el legendario tesoro One Piece. Argumento que se mantiene con firmeza durante toda la obra (al menos durante los 320 capítulos de anime que llevo vistos). Con un planteamiento tan simple, One Piece esconde una complejidad argumental que asusta, da miedo porque a uno le da por pensar que todo estaba en la cabeza de Oda (el bueno del autor) desde el primer boceto de Luffy, donde destacan las relaciones entre los protagonistas: padres y abuelos de uno, mentores de otros, enemigos del pasado… con un detalle genial que apuntaba Abogadooo en el anterior artículo de Bakuman, cada personaje poderoso (Luffy y Zoro) tienen un nemesis que no son capaces de derrotar, algo que le da mucho sentido al mundo.
Luffy se embarca con amigos que se va encontrando en su camino, enfrentándose continuamente a otros piratas en pos de su sueño y a la Marina, el gobierno mundial que da caza a los corsarios que habitan el mundo. Desde esa base, el autor no se cansa de introducir elementos fantásticos para darle sabor al conjunto. Mención especial para las Akuma no mi ( o nueces de lucifer o algo así que las llaman por aquí) Frutas que esconden en su interior un demonio y que le otorgan poderes especiales a quien se las coma. Luffy, por ello es un hombre de goma. Aventuras, razas variadas, profesiones y la realidad de que cada personaje tiene un pasado digno de contar y que se entreleza con el de otros son la realidad de, para mí, el mejor manga Shonen que jamás ha existido (Sí, Dragon Ball está bien, pero…)
El autor no es tonto, tetas+combates+humor=éxito seguro
One Piece sigue manteniendo el espíritu e incluso el equilibrio inicial, tiene combates pero los soluciona con humor y sin fantasmadas que se escapen de su tónica habitual; y eso que en una de las sagas más avanzadas, Luffy ejecuta una técnica que recuerda peligrosamente a la técnica de Kaito y a sus rivales, el CP9 les da por volar (o casi-volar, más bien) y por medir la potencia de sus enemigos de manera numérica; pero consigue esquivar bien la bala.
Conclusiones
Es evidente que este artículo es totalmente parcial pero estaría bien plantear los motivos que hacen que un Shonen sea increíble a sólo divertido. Para explicar esto es tan sencillo como leerse el último tomo de Bakuman, en él, los protas le presentan a la editorial un manga que trata de detectives. Cuando lo recibe la redacción lo primero que dicen es “espero que sepan mantener el espíritu de detectives y que no acaben recurriendo a los combates cuando se les agoten las ideas”. Mantener la chispa original, la entrega de sorpresas incesantes y que cada combate sea interesante tiene que estar siempre presente. Naruto empezó muy fuerte, pero al ponerse la coletilla “Shippuden”, Kakashi dejó de copiar técnicas, Sasuke tras saludar a su hermano dejó de ser original en los combates y todo se convirtió en ver cuantos colores brotaban del cuerpo del protagonista…. Sin embargo, One Piece, es para aplaudir cada una de las decisiones que el autor toma para continuar con su gran, gran obra.