NO COMPRES EMPRESAS ZOMBIS, SON UN PELIGRO. Alba Puerro en Inversis.
Sirva como ejemplo una empresa que conozco bien y con la que colaboré muchos años. Es una entidad declarada de utilidad pública, que desarrolla su trabajo en el ámbito de las minusvalías. Como muchas otras entidades u ONGs, se puede decir que es una organización zombi porque apenas genera recursos propios y depende de subvenciones para realizar su labor. El esfuerzo de la entidad se centra en gestionar los recursos financieros como si de una comunidad de propietarios se tratara. Es decir: cuadrar los gastos con los ingresos que llegan vía subvención y lo justifica aduciendo la gran labor social que desarrolla.
A pesar de tener más de 40 años, la Organización no dispone de un Plan de Calidad (Calidad Total, ISO 9000..) que le afecte en su totalidad, con lo que los procesos de los proyectos no son evaluados por consultores externos. Se creó la figura del Responsable de Calidad, pero no realiza auditorías internas ni sigue los procesos de las acciones que se realizan. Así, por ejemplo: los planes estratégicos no se enmarcan en el Plan de Calidad, ni disponen de indicadores evaluables.
En este tipo de entidades puede que el buenismo de sus miembro les lleve a cargos que les sobrepasan. He conocido a un Responsable de Comunicación cuyo haber era ser periodista, a Responsables de Colonias que, sin disponer del los Cursos de Directores o de Monitores, accedían por el mérito de la experiencia, o a Responsables de Recursos Humanos con FP2 y ni siquiera cursos de formación afines.
Esto es habitual en unas ONGs formadas por personal extraordinario gestionado por mandos intermedios voluntariosos que no provienen del mundo de la gestión (empresariales, organización industrial..) Hay entidades, como ha sucedido en la que me ocupa, que han sido dirigidas por familiares directos del personal afectado o por profesionales de las humanidades (teólogos, sicólogos...) que no tuvieron presente el dicho de "zapatero a tus zapatos" y se creyeron preparados para emplear las partidas presupuestarias que la Administración reserva año tras año para ellos.
Este tipo de entidades actúan como lobbies de presión ante la Administración Pública y acceden a subvenciones en exclusividad y sin competencia. En la mayoría de los casos no precisan generar recursos propios, ni llegar a acuerdos con terceros para proyectos de investigación porque ellos se consideran los máximos exponentes de un trabajo bien realizado. Por lo tanto, la financiación y el trabajo se quedan sin justificar ante auditores externos.