Durante los últimos veinte años ONU ha pasado de ser un organismo internacional tremendamente inútil para resolver conflictos, pero muy eficiente como agencia de colocación de políticos fracasados en sus países de origen, a convertirse en uno de los colaboradores más eficientes de la agenda globalista y la ideología de género.
Junto con FMI y OMS, ONU es uno de los nefastos organismos que “invitan” a países en desarrollo a aceptar e implementar las leyes de género en sus ordenamientos jurídicosy la educación y planes de estudio de género en sus sistemas educativos a cambio de refinanciar deudas nacionales y conceder créditos a sus estados.
En realidad, esto no es ningún secreto, aunque prácticamente nadie hable de ello. No se trata de secretismo. Es un simple asunto de interés o desinterés para los ciudadanos de cada país. Muchas de las iniciativas de ONU son de dominio público. No son estrategias disimuladas para que el gran público ignore lo que está sucediendo. Pero el gran público sí que lo ignora. Por absoluto desinterés.
En España, mientras casi la totalidad de los medios que se autodenominan de “información” y se tienen por “serios” ocupan parte de su tiempo y no pocos párrafos en mostrar a audiencia y lectores las andanzas de Isabel Pantoja en un reality de Telecirco, todos ellos han pasado por alto que una alta funcionaria de ONU ha declarado a un diario inglés que las leyes provida que impiden supuestos de aborto son “violencia contra la mujer”.
Kate Gilmore, australiana, ocupa el cargo de Alto Comisionado Adjunto de ONU para los Derechos Humanos. Gilmore esgrime argumentos que en cualquier círculo de gente coherente le valdrían los peores calificativos; pero es una sierva de la ideología de género y del feminazismo internacionales, a sueldo de uno delos mayores organismos globales. De modo que lo que dice tiene la atención y el respeto no solo de gobernantes progresistas; también de sus votantes lanares y, por supuesto, cuenta además con la inacción de los indiferentes.
Así que en su entrevista para The Guardian, Gilmore se permite decir escalofriantes cosas como “está claro que es una tortura, es la privación de un derecho a la salud” refiriéndose a las leyes provida existentes en los Estados Unidos, a las que compara con odio extremista, y al mismo tiempo reconoce las intenciones de ONU pasan por presionar a los gobiernos para que actúen en favor del aborto.
Conviene conocer que Kate Gilmore, antes de ser Alto Comisionado de ONU para los Derechos Humanos, había ocupado cargos de responsabilidad en otras organizaciones internacionales. Durante años y hasta 2015, Gilmore fue Secretaria General Adjunta de Amnistía Internacional, otra organización que en demasiadas ocasiones ha sido puesta en tela de juicio porque a lo largo de su historia ha mantenido estrechas relaciones con sistemas políticos y gobernantes que no fueron precisamente ejemplos de respeto a los derechos humanos. Y, sinceramente, creo que hay que ser muy hipócrita y desalmada, y tener poco apego a esos derechos humanos con los que se hace tanta demagogia, para defender leyes abortistas que permitan matar a los no nacidos en cualquier supuesto y situación.
Mientras tanto la agenda abortista, parte necesaria al mismo tiempo de la agenda globalista y de la ideología de género, avanza a paso firme en muchos países con la complacencia de unos y sirviéndose de la indiferencia de otros. Aunque, afortunadamente, este avance se ve frenado en otros países donde es buena parte de la ciudadanía y algunos políticos de profundas convicciones quienes se oponen a la degenerada ideología de género patrocinada desde supraorganismos como ONU, se enfrentan a los gobernantes locales que se arrodillan ante esa misma ONU a cambio de dinero y permiten el aleccionamiento en el sistema educativo, y no bajan la guardia frente a la imposición de un lenguaje y unos conceptos que disimulan la dura realidad del aborto con términos tales como derecho a la salud sexual y reproductiva y derecho a la libertad sexual.
ONU no es más que un infecto lúmpen con sede oficial de lujo y proyección internacional al servicio de los peores intereses. Los hechos lo demuestran sin contestación posible. Y para lograr los objetivos trazados, los funcionarios de ONU tienen perfectamente aprendido el guión progre, que en España conocemos tan bien por haberlo escuchado durante décadas, y que tacha de extremismo, odio y abuso a todo lo que defienda la vida del no nacido.
Un amigo me comentaba hace unas semanas desde México algo con lo que estoy completamente de acuerdo: “no puedo comprender cómo hay tantas mujeres en estos organismos que parecen haber perdido todo instinto maternal y humano y se dedican con tanto ahínco y odio a defender el aborto por encima de todo”. Creo que mi amigo tiene razón. Resulta difícil comprenderlo.
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