El proyecto de Carlos Arroyo y Vanessa Cerezo para el OostCAmpus en el noroeste de Bégica, es un cúmulo de aciertos, de arquitectura del sentido común, de arquitectura para los sentidos, un ejercicio de responsabilidad profesional, con una carga de investigación extensa, que lo convierte en una gran lección.
A nuestro entender la capacidad didáctica de este proyecto, y su marcada actualidad, lo llevarán a ocupar un lugar destacado dentro de la producción contemporánea.
Muchos son los conceptos que Arroyo y Cerezo han manejado e integrado en su propuesta: El reciclaje de lo invisible, la distribución en diagramas, la flexibilidad, la construcción.... pero de entre ellos cabe destacar el diseño para la climatización bajo el concepto de “cebolla térmica” , según el cual: la pérdida de energía crece de manera exponencial con la diferencia de temperatura entre los lados de una piel.
Es decir, que es mucho más eficiente tener varios niveles de control de clima, varias pieles con diferencias de temperatura menor en cada paso, que tratar de calentar o enfriar el edificio de forma homogénea hasta la puerta. También es más cómodo al entrar en un edificio, encontrar en la zona del vestíbulo una temperatura sólo un poco diferente a la del exterior, de modo que no haya que quitarse el abrigo de inmediato.
La temperatura de confort se alcanza gradualmente a medida que se llega a las zonas de interior. Esto es particularmente cierto en un edificio público, donde las capas térmicas pueden corresponder a los controles de acceso.
Según este diseño se van construyendo los núcleos, con ramas que atraviesan el espacio público a través de la cabina de información y la sala de reuniones, los funcionarios, las oficinas interiores, el punto de encuentro, la iluminación y el back-office (donde se almacena el papel, fotocopiadoras, archivo, etc.) De este modo, esta cadena de núcleos con una comunicación transversal entre todos ellos con un front-office, con ramificaciones al espacio público y al espacio más interno de funcionamiento permite ir construyendo la estructura al modo de Cebolla Térmica, consiguiendo una disposición mucho más eficaz con distintas capas de climatización, como en una cebolla, asegurando una climatización óptima en las oficinas y lugares donde se requiere mayor comodidad, una climatización intermedia en los lugares de encuentro y una climatización inferior en los lugares de circulación. Para conseguir dicha zonificación se hizo un mapa del tiempo con una serie de interfaces, es decir, donde hay oficinas se quería un clima agradable con abundante luz natural pero sin llegar a deslumbramientos, en la gran plaza se buscó que siempre hiciera sol. En este punto, el colchón, la piel exterior formada por las nubes blancas luminosas adopta además un papel integrador en la estrategia bioclimática del edificio.+info: OostCampusnº 26 de Habitat Futura