Revista Cine
La vida es puro teatro
El actor, guionista y director estadounidense John Cassavetes, que murió en 1989 a la edad de 59 años, es considerado como el pionero del cine independiente norteamericano, debido seguramente a su manera original y profunda de crear historias, sin tener en cuenta muchas veces la corrección en los planos, y fijándose más en las emociones de sus personajes según la situación que estén viviendo. En el caso de Opening Night (1977), la historia se basa en la preparación y los ensayos de una obra llamada La segunda mujer, cuya protagonista es Myrtle Gordon (Gena Rowlands, que fue la esposa de Cassavetes en la vida real), una actriz de mediana edad que tiene muchos seguidores y cuyo mayor problema es su poca estabilidad emocional, provocada por su adicción a la bebida y su desordenada vida personal. En cuanto al personaje que tiene que interpretar no está de acuerdo con ciertos detalles y tiene miedo a que la encasillen en papeles de mujeres con ya una cierta edad. Pero lo peor de todo será el atropello mortal que sufre una de sus fans, de tan solo 17 años, cuando se despide de ella efusivamente fuera de su coche y cuyo fantasma se le irá apareciendo durante la película provocando un lento deterioro de su salud mental (esta magnífica escena del atropello la homenajeó Pedro Almodóvar en Todo sobre mi madre, 1999).
Y es el personaje de Myrtle el que impera en toda la película, con una dura lucha consigo misma y con el fantasma de la chica que se le aparece. Los otros personajes importantes que le acompañan son: Maurice (John Cassavetes), que interpreta a un actor que también aparece en la obra, Manny (Ben Gazzara), que es el director de la obra, Sarah (Joan Blondell), que es la autora de la obra, y David (Paul Stewart), el productor de la obra. Estos cuatro personajes tendrán que aguantar los cambios de actitud de Myrtle, y en las dos escenas que hay en el camerino en la que le recriminan sus propios cambios en el texto, se pueden ver todas las características de la manera de hacer de Cassavetes: varios primeros planos, algunos desenfocados, un montaje peculiar, y sobre todo una trabajada interpretación de los actores que ayuda a que sea un momento tenso y muy real, como improvisado. Pero aunque a algunos les moleste esta predilección por querer expresar emociones fuertes sin tener tanto en cuenta la técnica cinematográfica, se ha de subrayar la total atracción que Cassavetes consigue en el espectador más receptivo.
De ahí que uno piense que ver esta película es una experiencia única y agotadora, y cuya realización rebosa autenticidad. También es verdad que hay alguna situación que se hace un tanto pesada, marcada por la intromisión del fantasma de la chica en la vida de Myrtle, pero con la presencia de Gena Rowlands la película se salva por completo. Su actuación está tan llena de matices que es imposible no quedarse embobado mirando su papel. La construcción de su personaje es espectacular, como se puede ver en la que es quizás la mejor imitación de una persona ebria en la historia del cine, cuando llega tarde y borracha a la primera función en Nueva York. Toda esta secuencia de más de media hora es lo mejor de la película. En ella vemos la espera en el teatro del público impaciente, todo lo que pasa entre bastidores con los nervios de los otros actores, la llegada de Myrtle casi sin poder mantenerse en pie, la insistencia del personaje de Gazzara para que sea ella la que llegue hasta el camerino aunque sea a rastras, y sobre todo la evolución de la obra mientras vemos también el lento mejoramiento de ella, con todo el ajetreo que hay detrás del escenario para ayudarla en lo que haga falta mientras va entrando y saliendo de escena.
Como curiosidad, Peter Bogdanovich realizó en 1992 la simpática ¡Qué ruina de función!, que viene al ser lo contrario que la de Cassavetes porque es una comedia sobre la preparación de una obra de teatro. Y el mismo Bogdanovich junto con Peter Falk aparecen al final de esta película con un pequeño cameo y, según cuenta el propio Bogdanovich, Cassavetes solo les dijo lo que tenían que hacer, sin ensayar antes. Y al parecer, Bogdanovich conoció durante el rodaje de esa escena a Ben Gazzara, que apareció en sus dos siguientes películas.
"Un magnífico estudio sobre una estrella del teatro adicta a la bebida y con una vida personal desordenada, dirigida con maestría por John Cassavetes"
critica Opening Night