El 28 de marzo de 1942, los británicos lazaron una de las operaciones de comandos más atrevidas de la Segunda Guerra Mundial. La operación consistió en un ataque a los muelles del puerto de Saint-Nazaire, en la Francia ocupada. Fue una hazaña de audacia y astucia que ayudó a cambiar el modo de hacer la guerra.
Saint-Nazaire, situada en la costa francesa del Golfo de Vizcaya en el estuario del río Loira, disponía de un dique seco construido en 1932 que había sido el más grande del mundo. Estratégicamente, para los alemanes era de gran importancia, ya que era capaz de albergar grandes navíos de guerra como el Tirpitz.
Al bloquear los muelles de Saint-Nazaire, los británicos esperaban obligar a que los grande buques alemanes tuvieran que ir a hacer reparaciones a los puertos alemanes, con lo que tendría que realizar una ruta más larga. De este modo estarían mucho más tiempo expuestos a un ataque al verse forzados a tomar rutas fuertemente defendidos por la Royal Navy o la RAF.
La fuerza operativa para la Operación Chariot (Carruaje) estaba formada por 256 comandos y 346 marinos de la Royal Navy .
El plan consistía en que el HMS Campbeltown, un anticuado destructor de la Primera Guerra Mundial cedido por la US Navy, fuera despojado de parte de su equipo y defensas, reforzado es su proa y cargado con más de 4,5 toneladas de alto explosivo. Para camuflarlo se le cortaron dos chimeneas y se eliminaron otras dos, para que su silueta se pareciera más a un barco alemán.
La operación incluía además, una pequeña flotilla de lanchas a motor que darían apoyo de fuego y transportarían a los soldados al final de la incursión.
Las defensas alemana contaban con unos 5.000 hombres en la zona. 28 cañones de 75 mm a 280 mm protegían los acceso al puerto y 43 antiaéreos. En los muelles se encontraban varios navíos armados. Los alemanes creían que "un ataque a la base sería altamente improbable".
Media hora antes de la medianoche del 27 de marzo se realizó un ataque aéreo, pero el bombardeo no era usual, lo que llamó la atención de los alemanes sospechando un ataque de paracaidistas. Más de una hora después todo quedo a oscuras, pero tiempo suficiente para que los atacantes hubieran entrado en el estuario. A la 1:20 fueron detectados por los focos alemanes. Aunque se identificaron como amigos, los alemanes no creyeron el engaño y abrieron fuego.
Aun así el Campbeltown logró estrellarse contera las puertas del dique a 19 nudos (35 km/h). Los comandos saltaron a los muelles y a pesar de la defensa alemana lograron destruir diversas instalaciones del puerto. Mientras varias lanchas a motor fueron hundidas y algunas no lograron llegar al punto de recogida. Más de 100 comandos se habían quedado en tierra.
Los comandos se dirigieron hacia la Ciudad Nueva, pero eran superados en número. Tras agotar la munición y sufrir varias bajas, se rindieron. Cinco comandos lograron huir hacia el Sur, llegando finalmente a España y de ahí a Inglaterra.
¿Que pasó con los explosivos del Campbeltown? Los detonadores estaban programados para que estallaran a las 4:30, pero fallaron. Avanzada la mañana, mientras los alemanes lo estaban inspeccionando estalló la carga matando a unos 150 alemanes. Minutos después estallaron unos torpedos de espoleta retardada aumentando la destrucción de dique seco. Con ello las instalaciones quedaron fuera de juego durante el resto de la guerra.
En diciembre de ese mismo años se llevó a cabo una operación tan impresionante como esta en el puerto de Burdeos, la Operación Frankton.
Para saber más:
Operaciones secretas de la Segunda Guerra Mundial, de Jesús Hernández
David López Cabia
Revista de Historia
Imperial War Museum
US Naval Institute
Commando Veterans Archive